Conocí a Torres a los pocos días de debutar aquella mañana de domingo frente al Leganés. Fue en un homenaje que las peñas de Toledo le hicieron a Kiko, y creo que a López, en el restaurante Vara de la carretera de Toledo, en la frontera entre Casarrubuelos e Illescas. Allí llegó, acompañado de Antonio Sanz, entonces jefe de prensa del club, un niño pecoso y tímido, pero con pinta de tener las cosas muy claras. El hecho de que acudiese a ese homenaje ya era un síntoma más de que este chaval era puro Atlético de Madrid.
Desde entonces he mantenido algún contacto de vez en cuando con parte de su entorno, a otra parte del entorno no les aguanto, porque mis suegros viven en el Parque Granada de Fuenlabrada, como toda la familia de Torres. En todas las conversaciones que tenía con alguno de ellos siempre recalcaban que el futuro de Torres pasaba por la gestión. Su idea, una vez retirado del fútbol, era formarse para ocupar un puesto de gestión. Nunca te hablaban de que le interesase mucho ser entrenador y lo de director deportivo tampoco encajaba demasiado. Lo suyo iba más por ser un ejecutivo del fútbol.
Tras su entrevista en el As, no tengo duda que va a empezar a formarse inmediatamente en la materia, y que dado la multitud de contactos de que dispone, no descarto que su idea sea junto algún fondo de inversión potente, encabezar en un futuro próximo, cuatro o cinco años, un intento de compra del club, con él como ejecutivo principal.
Foto: Rubén de la Fuente