Torres apareció en mi vida en medio del caos: el Atleti en Segunda, algo que ahora es Historia pero entonces nos resultaba inimaginable, imposible de entender y digerir. Acababa de abandonar el que creía uno de mis sueños por haberme dado cuenta, la realidad a veces se muestra, de que no era tal, el amor golpeaba bajo, la duda lo devoraba todo, como aquella Nada implacable de la historia interminable. Y en ese momento apareció el Niño, no sé muy bien explicar lo que representó Torres, tal vez fue una guía en tiempos confusos, una ilusión en medio de una neblina gris, una esperanza rodeada de oscuridad.
Fernando acabó siendo todo aquello que deseábamos que fuera. Queríamos alguien que agarrase la bandera sintiéndola como nosotros, queríamos un crack mundial, queríamos ser la envidia por tenerlo, queríamos sus goles, queríamos que se quedara para siempre. Y así fue aunque se marchara, Torres se quedó para siempre con nosotros. Fue llanto en su marcha pero todos comprendimos, y nos resignamos, y empezamos a ser un poco del Liverpool. En la distancia, Torres siguió siendo nuestro bastión, porque como dijo alguien en una ocasión, no es que fuese uno de los nuestros, es que era uno de nosotros. Triunfamos con él, lloramos con él, estuvimos siempre juntos aun estando tan lejos. Y un día regresó el que nunca se había ido y el Calderón se llenó solo para verlo, para decirle ya estamos juntos de nuevo, que bueno que volviste. Sólo para eso. Parece poco pero es todo.
Regresó y dignificó su vuelta, marcó y marcó de nuevo, nos ayudó, como siempre, al máximo de sus posibilidades. En Milán el destino pudo haber cuadrado un final perfecto pero nos devolvió dolor, a él y a nosotros, nuestra historia no está hecha de finales felices. Después vino Lyon y el final soñado, sus palabras en Neptuno, sus besos en el adiós, mensajes del pasado cargados de futuro.
Ahora Torres ha dicho adiós al fútbol, ya no habrá más goles suyos, ya no más galopadas eléctricas, han pasado dieciocho años y es inevitable que todos aquellos que lo acogimos como uno de nuestra familia, porque nos hizo felices, porque compartimos las penas con él, porque de alguna forma nos guio en muchas decisiones, echemos la vista atrás. Dieciocho años son muchos, el Niño eterno se va y con él una parte de nosotros. Pero hay seres especiales y él es sin duda uno de los que se nos ha encomendado. Todos sabemos que regresará de nuevo pero él nos ha dejado claro que no lo va a hacer de cualquier forma, que necesita formarse, que no quiere ser una cara visible, que no va a venir para figurar. Torres quiere hacer al Atleti más grande de lo que ya es, quiere recuperar y reforzar valores, y también que necesita un tiempo para llegar.
Torres es nuestro presidente. Lo es ya aunque todavía no lo sea de la misma forma que nunca se fue aunque se marchara. Habla como debería hablar un presidente del Atleti, como el mejor de todos: transmite lo que debería, piensa en todo momento como debería. Ocupa el cargo en el imaginario colectivo y, sobre todo, en el corazón de todos. Descansa Fernando, que bien te lo has merecido, fórmate en lo que creas pero no te demores en exceso porque aquí te estamos todos esperando, sufriendo el presente hasta el día en que tú decidas el futuro. Ven y ocupa el sitio que te pertenece.
Foto: Rubén de la Fuente
24 junio, 2019
Me acuerdo cuando conseguimos el Mundial en Sudáfrica y todo Madrid aplaudía a la selección española. Yo estaba por la plaza de España y varios de los jugadores llevaban banderas de sus autonomías. Fernando con la bandera del Aleti. Solo teníamos a él como representante de nuestro club en el Mundial que se ganó. ¡¡¡Que gran representación tuvimos!!!
Por ello, lo que decida en su futuro, estoy seguro que lo hará muy bien.
De lo que él crea, que cuando lo decida, que esté preparado.