Resulta tarea difícil encontrar a algún atlético al que no hayan reprochado el haber celebrado la victoria del pasado jueves ante el eterno rival. A los poseedores de la verdad, los ganadores natos, los que marcan las pautas de lo que debe o no debe ser el fútbol, les ha ofendido que Simeone corriese a celebrar el cuarto gol con los suyos. Que el equipo agradeciese el apoyo a los suyos dando la vuelta al campo. Un apoyo que empezaba con una convocatoria para llenar Arcentales y que marcó el primero mucho antes de que el balón echase a rodar. Los que pedían un rival digno para, por fin, jugar un derbi decente, ahora se echan las manos a la cabeza e intentan restar importancia a un partido que llevaban años demandando.
No es una Champions, claro que no, ni falta que hace. No necesitamos que la vajilla brille o que el precio del menú supere las tres cifras para decir que hemos comido bien. No necesitamos que mida un metro setenta, sea rubia o tenga los ojos azules para que nos toque la fibra y nos haga enamorarnos. No necesitamos copas o jugar cierto tipo de competiciones para querer más o menos a nuestro equipo. Nos basta con ser. Con estar. Con sentirnos partícipes, mirar al lado y ver sonrisas y lágrimas en los ojos de caras conocidas. Nos basta con ser ese bastión que aún continúa en pie. Ese reducto de personas que, compartiendo ciudad, eligieron el camino opuesto a lo que representa el madridismo. Celebren, sonrían, el Atleti es alegría.
23 enero, 2024
Enorme el comentario,gracias por expresar lo que sentimos al Atleti muy dentro.
Muchas gracias.