Diciembre, qué mes. Llevamos 16 días y al Atleti le ha pasado de todo. Está a 13 puntos del líder, pierde el derbi, se cuela en octavos con una delirante victoria, palmamos contra el Mallorca en casa y ahora nos toca visitar el Sánchez-Pizjuán. Si querían tranquilidad antes de acabar el año, ha pasado absolutamente todo lo contrario.
En estos días se filtró la noticia de que Joao Félix se quería ir, Trippier parece que se marcha a Newcastle, Carvajal lesiona a Griezmann para tres semanas y, en medio de la variante ómicron, Oblak y Koke sufren un proceso febril. Además, por si el corazón colchonero no soportara demasiadas emociones, Agüero anuncia entre lágrimas que se retira y a mí, que nunca borré al Kun de mi corazón, me vinieron a la mente todos sus goles, sus recortes, las finales, sus noches en el Calderón y, en definitiva, todos los buenos momentos vividos con el argentino: ¡era jodidamente bueno!
A todo este huracán de sentimientos hay que sumar lo ocurrido en Champions. Nos colamos en octavos de milagro, en la última jornada y casi dándole las gracias a Klopp. Luego llegó el petardazo con la chapuza del sorteo: aquí vimos cómo un atlético pasa de la desolación a la alegría en cuestión de horas. Esquivamos al Bayern de Múnich, cual recortador de vaquillas, y nos estrellamos contra el Manchester United de Cristiano. Sí, otra vez Cristiano… No le tengo miedo, pero mi corazón me dice que no me relaje.
Diciembre también nos ha dejado las lágrimas de Vrsaljko tras partirse la cara por el Atleti, los besos de Simeone a la grada, las desesperantes lesiones de Savic y Giménez dignas de ‘Cuarto Milenio’ y los pinchazos en el corazón cada vez que Mario Hermoso hace un penalti teniendo la posición ganada. Sin embargo, quiero destacar la agresión de Carrasco en Oporto -que ya me ha hartado con este tipo de niñerías- y la pillería de Cunha para salvar el culo a su compañero.
Y nada, así estoy viendo al Atlético de Madrid este año, una noria de sentimientos que no me deja tranquilo. El equipo está como un flan en pleno mes de diciembre. Eso sí, como me pasó con el Kun, mi corazón me dice que este equipo capaz de ganar en el Sánchez-Pizjuán, pelear por la liga y hasta de plantarse en la final de Champions. Estamos como cabras, pero es que hay algo en mí que me dice que crea hasta el final.