El prestidigitador y el atraco

Por José Luis Pineda

El Atleti llegaba al Bernabéu como una víctima propicia, como en aquellos tiempos lejanos (o cercanos) de antes del Cholo. Con una plantilla diezmada, descompensada, rodeado de malos resultados, de dudas, de malas vibraciones. Llegaba a la casa del poderoso que tiene la dinámica inversa, goles, buen juego, una inédita solidez defensiva y con goles que se le caen de los bolsillos, recambios de garantías para sus titulares ausentes, y una racha de victorias. Parecía claro que volvería el derbi de los viejos tiempos, en el que el Atleti era un rival pusilánime que se entregaba con sumisión e iba acomodándose con vergüenza a su papel de comparsa, aquel Atleti del que muchos ya no se acuerdan y que otros se esfuerzan tanto por hacerlo regresar.

Pero está Simeone todavía, un prestidigitador de los banquillos. Para darse cuenta de su papel en el Atleti no sólo hay que ver los títulos que ha ganado, ni el crecimiento económico del club, ni la forma en que compite contra todos aquellos que le ganarán siempre en presupuesto, pero nunca en corazón. La verdadera dimensión de Simeone la da que, pese a tener un equipo sin recambio para el lateral izquierdo, descompensado en el medio y en la punta de ataque, pese a tener casi más bajas que jugadores disponibles, pese a tener que rescatar  de titular a un lateral derecho del que muchos ni siquiera se acordaban, a entrenar con jugadores no profesionales, a pesar de todo ello, está sabiendo mutar el gen competitivo, insuflarlo en unos pocos, los suficientes, para que vuelva a solidificar una estructura nueva y mientras tanto, no dejar de ser esa máquina de competir que no se arrodilla ante nadie. Simeone reconstruye el enésimo desmantelamiento de su plantilla sin ceder un paso, pese a toda esa pléyade de francotiradores que permanecen apostados, ajustando el punto de mira, esperando cada resbalón, para descargar su furia contra él.

El Atleti formó con Oblak bajo palos, Vrsaljko, Felipe, Savic y Lodi en defensa; Thomas, Llorente, Saúl y Correa en el medio y Vitolo y Morata arriba. Con eso, hizo una primera parte primorosa. Con un medio contundente en el que Llorente fue ganando confianza tras un arranque dubitativo, con un Saúl como baluarte de la garra que este equipo no puede perder nunca, pero sobre todo, aferrado a la presión sin descanso de Morata, que posibilitaba la entrada en acción de la segunda línea; Vitolo con su ritmo cansino y su calidad envidiable, Correa, con su eléctrica imprecisión. El Madrid no encontraba el sitio y el Atleti contragolpeaba con saña. Hasta cinco ocasiones claras dejó escapar; un centro de Morata al que no llegó Correa por poco, dos disparos de Vitolo que se se difunimaron en su timidez, un zurdazo de Saúl que se fue ajustado y una internada de Correa que terminó en el palo. Además, hubo el bonus track de un mano a mano de Correa, que el linier acabó anulando por fuera de juego, pero que el argentino había errado mandándola excesivamente cruzada.

Y hubo también una jugada definitiva, un penalti clamoroso de Casemiro a Morata que el árbitro, caserísimo durante todo el partido, dejó sin señalar y que el VAR, increíblemente, no entró a corregir. Cuesta creer los motivos por los que esa jugada no fue sancionada, aunque tal vez no haya que ser muy imaginativo para encontrarlos. Estrada Fernández, el colegiado, ni siquiera fue a consultar; tal vez ni siquiera fuese avisado, pero lo cierto es que el penalti existió, se podía comprobar en la primera repetición, no admitía lugar a la duda y sin embargo, no fue sancionado. Fue el broche de oro a un arbitraje casero, permisivo con el juego duro del Madrid, que hizo muchas faltas merecedoras de tarjeta en la primera mitad, y que no encontró ni una amarilla, ni siquiera una advertencia. El Cholo, hastiado de la dinámica, protestó y el árbitro, en un gesto de perfecta elocuencia, esprintó hasta él para enseñar la primera amonestación del partido. Así se perpetra un atraco de guante blanco, por si acaso algunos de ustedes ya lo habían olvidado.

En la segunda mitad, la mala suerte, ¿o tal vez ya no sea eso? siguió cebándose con el Atleti. Morata, su mejor hombre, tuvo que salir del campo lesionado. Entró Lemar, que completó un partido vergonzoso e impropio de la camiseta que viste. ¿Todavía no ha entendido el francés lo que significa jugar un derbi? Lemar vagaba por el campo como un alma en pena mientras sobre el Bernabéu planeaba la sombra de lo que acabó ocurriendo. En un error de Vrsaljko, con plena colaboración de Lemar en su perpetua dejación de funciones defensiva, Vinicius asistió a Mendy, que puso un centro para que Benzemá empujase la pelota a gol. Es la ley del fútbol, quien perdona pierde, y el Madrid, aferrado a sus asideros históricos, la suerte y la ayuda del árbitro en los momentos clave, fue contundente en su aplicación.

Faltaba mucho pero el Atleti no pudo levantarse. Entró Carrasco, que dejó dos buenas jugadas que acabaron en córner y enseñó que puede ser útil a este equipo, y entró también Camello, un chiquito de la cantera que fue el tercer cambio de Simeone. Camello, un joven con futuro fue lo que Simeone pudo poner en el campo para refrescar el ataque. Así son sus recursos frente a los de enfrente, que dejaron en el banquillo, sin participar a Militao, Marcelo, James y Jovic, apenas doscientos millones de euros. Así es la magnitud de la gesta que lleva completando durante los últimos ocho años.

Y por último, hubo algo que merece ser reseñado, el Bernabéu despidió el partido con una escena inclasificable: cantaron “Cholo no te vayas, Cholo quédate”, cantaron todos juntos, tal vez la única vez en todo el partido en que lo hicieron; cantaron al entrenador que ha dejado la mejor racha sin perder en su estadio de visitante, al entrenador que lleva dos temporadas dejando a su equipo por debajo, al entrenador al que le han ganado tres finales pero con el que han perdido otras tres, por más que esas parezca que no interesa recordarlas, a Simeone, que les lleva hasta el límite para poder ganar, que desterró al rival indigno, que incluso consiguió que hayan terminado apelando a su criticado estilo para poder vencer. A él le cantaron, no a Aguirre ni a Manzano, ni a Ferrando, ni a tantos y tantos otros que han pasado por allí arrastrando vergüenzas. Le cantaron a Simeone, un acto clarificador de muchas cosas, para aquel que tenga la capacidad de entenderlas.

Foto: clubatleticodemadrid.com

Autor: José Luis Pineda

Colchonero. Finitista. Torrista. Nanaísta. Lector. Escribidor a ratos. Vivo en rojiblanco.

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7 Comentarios

  1. No por esperado es menos doloroso el desarrollo de la enésima farsa del fútbol español. Así ha sido desde que un servidor se sentaba de niño en aquellos largos y fríos bancos de cemento del Vicente Calderón y volvía a casa sin entender por qué el Atleti, que había jugado mejor, acababa perdiendo contra el equipo de blanco.

    Nunca he conocido una ayuda arbitral decisiva a favor del Atleti en ningún derbi, después de más cuatro décadas viendo derbis. Pido por favor, que alguien, si es capaz, me refresque la memoria porque no consigo recordar ninguna.

    Empieza ahora la consabida ristra de justificaciones, «Simeone culpable» (sustitúyase Simeone por el entrenador de turno que haya), «si hubiera jugado Costa…», «no jugamos a nada, nos merecemos perder», «los árbitros unas veces te dan y otras te quitan». No cambian a lo largo de los años.

    Por otra parte, la Caverna, eufórica, tira de repertorio y, a la vez que ya se ven campeones de Liga, se regocijan con la autoflagelación del Atleti, (se juega 20.000 ejemplares de mañana).

    Todavía tenemos que dar gracias porque este nacional-madridismo no titule en sus portadas algo asi como: «Fue penalti y el árbitro no lo pitó, ¿y qué pasa?».

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  2. La primera parte bien. En la segunda se vieron todas las costuras. El pobre cholo siendo sobrepasado tácticamente por zinedine el de la flor, y sin poder hacer nada viendo lo que hay en el banquillo. Este año, la planificación se demuestra nefasta. ¿Quién nos lo hubiera dicho en verano, cuando creíamos realmente tener en el garaje un ferrari, pero es que estábamos convencidos, lo tocábamos! Y tontos de nosotros, era un Ibiza, y encima nos salió caro caro.

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  3. Luis Aragonés decia:
    «El Madrid cuando juega bien siempre gana, cuando juega regular casi siempre gana y cuando juega mal los árbitros le favorecen.
    El atleti cuando juega mal siempre pierde, cuando juega regular casi siempre pierde y cuando juega bien van los árbitros y le perjudican»

    Si en un derbi sumas las dos cosas pues ya sabeis el resultado.

    Por cierto, el 11 del 7-3 en verano y el 11 de ayer no se paracen en nada.

    Saludos

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  4. Cuenta hoy M.D en un ilustrador artículo sobre datos estadísticos de visitas del Atleti al malhadado vecino, que en 83 visitas solo nos han pitado 5 penaltis a favor. Entre el 2º y el 3º, de la 59-60 a la 94-95 ¡ 35 temporadas ! . Pasmoso. De los 2 que van en este siglo, yo solo recordaba el que tiró Javi Moreno. No le recuerdo otra cosa de su paso por el Atleti, pero al menos eso lo hizo con la determinación que le quisiera ver a otros : un zambombazo a la escuadra. Imparable.
    Ese consabido e inmutable trato arbritrario a su favor no va a cambiar nunca. En las 2 ocasiones que conozco de rebelión desde la dirección contra la resignación pusilánime, Cabeza y Gil padre, la venganza del merengoneo fue terrible para el Club. Pues, precisamente, si ya sabemos que no habrá trato justo, no sé por qué, aunque sea una sola vez en la vida, no salimos a masacrarlos ( futbolísticamente, por supuesto ) y dejamos de regodearnos en ese obstáculo añadido que siempre tendremos que superar.

    En cuanto a los canturreos de esa afición psicótica, incapaz de disfrutar de lo propio, porque es una filfa, ni de respetar lo ajeno, porque ignoran qué es el deporte, supongo que podrá haber cosas aún más ridículas, pero en este momento no se me ocurre ninguna.

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  5. Hay partidos, sobre todo del Aleti, en que lo que sucede en el campo va por una parte y lo que te cuenta el comentarista va por otra. Mas si enfrente tienes al Real Madrid.
    Eso sucedió ayer. Les costaba reconocer ya a los diez minutos, que había en el campo un equipo que estaba haciendo bien las cosas, mientra, ellos se dedicaban a ver como podían «tapar» lo que se estaba viendo en la pantalla.Eran mas los «fallos» que cometía el equipo local, que los aciertos del visitante. Hasta intentaban «disfrazar» las faltas.
    Con lo del penalti, tuvieron un «receso» que hasta me asusté pensando en que algo malo estaba sucediendo en la cabina de comentarista. Al final, casi medio minuto después, justo con la repetición de la jugada hubo uno, uno, que dijo que se podía pitar. Como si fuera una condescendencia.
    No aceptaban que durante 45 minutos Simeone hubiera echado por tierra, toda la preparación que había hecho Zidane del partido. Primero, eran constantes los elogios al planteamiento que hacia con cinco centrocampista, la belleza de llegar tocando según ellos, para posteriormente alegar sembrando la duda, de que todo se debía mas a la falta de circulación del balón por parte del Madrid, que al acierto del Aleti.
    Luego en el segundo tiempo, con el acierto en el gol, todo fue brillante en ea jugada. Nadie puso en dudad que mas que acierto del juego del Real Madrid, pudo ser que tanto Lemar como Versaliko en el gol no estuvieran nada acertados.
    Lo del arbitraje no me sorprendió. Ya cuento con ello, por la razón de que pitar al Aleti es muy fácil. Solo con ver la cara que le puso a Correa a los tres minutos en una falta a su favor, ya me quitó todas las dudas.

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  6. Bueno, lo del árbitro ya era sabido. Esto ocurrirá siempre, y es culpa de los clubs,,. Si se declarasen en huelga, hasta que el colectivo arbitral se renovara por completo, otro gallo nos cantaría. En cuanto a Lemar, si estamos todos de acuerdo, no entiendo como el Cholo le pone, hay chavales en la cantera del club que lo haría mejor que él.

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