Winona forever

Echado el telón de la Liga, desilusiona comprobar que existe consenso en que el Atlético fue el justo campeón. Hemos desperdiciado una gran ocasión, porque habría sido mucho más divertido ganar el título sin merecerlo, birlando el trofeo en el último momento a un esforzado Madrid, al que las fuerzas sólo le alcanzaban para claudicar en la orilla. Como ese estudiante que ha pasado en el curso más tiempo en el bar que en la facultad, aparece por sorpresa el día de examen y saca mejor nota que los aburridos empollones.

Habría sido agradable, además, para romper con los tópicos. Agota ver que las victorias ajustadas del Atleti parecen menos valiosas y se titulan agónicas, mientras tenemos la certeza de que si es el Madrid quien se sobrepone a las adversidades que vivimos en los últimos partidos, las portadas hablarían de un ADN ganador, del gen de los campeones. Siempre hay un tópico a mano en el fútbol cuando se necesita.

Se acabó la Liga y se ganó con suspense, con varios partidos en los que todo parecía escurrirse por la borda en los últimos minutos, en un todo o nada por cada gol. Aunque habrá quien hubiese preferido más tranquilidad, esto nos ha hecho gozarla más intensamente. La emoción hasta el último minuto incrementó nuestro disfrute, por el mismo motivo que siempre es más divertido irse a la cama con la mujer que no sabes si esconde un picahielos debajo de la cama, que con la que sospechas que guarda la biblia de su madre.

Y eso que, antes de lograr el título, la incertidumbre de estas semanas nos tuvo varias veces rozando el poste del infarto. Alguno no comprenden esta forma de padecer y les parece un sufrimiento absurdo “no sé cómo te pones así por once tíos en pantalón corto corriendo detrás de un balón”. La simplificación tramposa de siempre, por la que también se podría reducir una noche de sexo a dos cuerpos desnudos intercambiando salivas, gérmenes y otros fluidos. Son los que todavía no han comprendido que al fútbol uno no se acerca desde la razón ni el sentido común. Si te interesa el deporte, ponte a ver atletismo. Esto es fútbol y es el Atleti.

Cuando todavía era un veinteañero, Johnny Deep se tatuó en su brazo Winona forever. Y como los amores para toda la vida suelen ser muy cortos, aquello se acabó a los tres años. Si el actor hubiese decidido el tatuaje, valorando objetivamente la relación y sopesando el futuro que dos jóvenes estrellas de Hollywood tenían como pareja, probablemente se habría acabado tatuando esas dos palabras con tinte de henna. Pero seguramente Johnny tenía claro que, tanto en el fútbol como en el amor, hay que mantener en pie las mentiras que nos hacen felices.

Foto: IMAGO

Autor: Pike Bishop

50% de Bishop and Gittes. La mitad legal, concretamente. En esta vida de lo que realmente sé es de bares y del Atleti. Del resto, un mero aficionado.

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