No han pasado 24 horas de su fichaje por el Atleti y el chico ya sabe que ha elegido escalar el Everest. Como Kilian Jornet, a pelo y sin oxígeno. Decisión tan valiente como temeraria, incluso insensata. Porque Llorente viene con la tarea de convencer a una afición traicionada y susceptible a la que, en cuestión de dos años, le han arrebatado todos los emblemas, estadio y escudo incluidos. Demasiado tormento para un ejército de fanáticos que entiende más de pasiones que de fútbol, y que ya no tolera infiltrados ni desertores.
Si todos somos prisioneros de nuestro pasado, en los deportistas de elite este escenario se magnifica. Cada palabra, cada gesto y cada entrevista está archivada y clasificada en la hemeroteca para ser rescatada en el momento menos oportuno. Como éste. Dijo Llorente que su sueño era triunfar en el Real Madrid. Y seguramente lo siga siendo, porque las circunstancias de la vida cambian de la noche al día, pero los sueños no. Aunque la realidad es que vivimos más sujetos a las circunstancias que a nuestras fantasías, y a Llorente le toca adaptarse a su nueva vida.
Y al aficionado rojiblanco también. Llega un tipo que viene a sustituir a otro que ha elegido marcharse habiendo nacido en casa. Hay que ser empático. No con Rodri, que ya es pasado o lo va a ser en días, sino con Llorente. Somos demasiado viejos como para saber que los futbolistas crecen con un manual de estilo para hablar con la prensa. Son robots programados para decir lo que los demás esperan que digan, sin necesidad de pensar y sentir, para no equivocarse. Por eso hay que anestesiar las palabras y el pasado de Llorente, tanto el lejano como el reciente, y digerir que cuando hace años fue preguntado por el Atleti su discurso no escondía más intención que la de agradar a su gente, como enseña el manual.
Hasta aquí la mala noticia para Llorente. Ahora la buena. Un tipo que llegó con el mismo lastre y la mitad de su talento (y también con la mitad de su pelo), como Juanfran, haciendo uso del esfuerzo, la honradez e inyectándose Atleti en vena, consiguió escalar el Everest. Quizá el secreto sea simplemente éste. Morata está de camino y va por la vía buena: trabajo, silencio y resultados. No es mala opción para Llorente ponerse a rebufo de Álvaro.
Foto: marca.com
21 junio, 2019
Gran resumen del sentir actual de una afición apasionada y herida en estos últimos años, al que no le interesan titulares hostiles ni que le vendan ilusiones por anticipado, que tampoco quieren que le regalen los oídos y que no se enfoca en el pasado de sus gladiadores, sino que solo espera ver argumentos de peso sobre el campo de los que ahora conforman su plantilla. Esfuerzo y trabajo son nuestras premisas. El tiempo dirá si se ganarán un nombre para la eternidad.
Gran artículo, Daniel.
21 junio, 2019
El Atleti SAD sigue apostando por el compadreo con el vecino, ese vecino que, «anestesiando el pasado», ni ha menospreciado, ni ha pisoteado, ni ha robado, ni ha vilipendiado al Atleti ni a su Escudo, y no solo no ha perpetrado tales acciones sobre los terrenos de juego, sino que tampoco el Atleti ha sido víctima de los medios y de las instituciones en su nombre.
La temporada pasada, por poner un ejemplo cercano, un galés de blanco, regalaba un corte de mangas a toda la afición en el Metropolitano, y ningún «gladiador» rojiblanco le recriminó su actitud.
Con este nuevo «gladiador» en las filas del Atleti estoy convencido que van a cambiar ese tipo de cosas.