Hasta siempre, maestro

Pocas personas lo son, pero él lo llevaba en el nombre. Román era de Dios, un elegido cuya modestia nunca pudo restar brillo a su talento y a su autenticidad. Si Domingo Bárcenas fue el Padre, Juan de Dios Román fue el Hijo. Incluso el Espíritu Santo. Porque aunque la llama de su vida se apagara ayer a los 77 años, el fuego eterno de su legado ya ilumina el Tercer Anfiteatro. Resulta inimaginable pensar que Juan de Dios no tendrá un asiento privilegiado en él. Su figura no solo encarna la historia del balonmano español; también es puro Atlético de Madrid.

Ningún obituario podría hacer justicia a los innumerables logros que aquel joven emeritense logró durante medio siglo de balonmano. Juan de Dios comenzó a forjar su mito a inicios de los 60, cuando dejó su Mérida natal para estudiar Magisterio, Educación Física y Filosofía y Letras en la Universidad Complutense de Madrid. Sus estudios universitarios serían un fiel reflejo de su dilatada carrera. Román fue entrenador y deportista, pero maestro por encima de todo. Fue en la facultad donde Juan de Dios destapó su amor por el balonmano. Varios años en la cancha le sirvieron para descubrir que su lugar no estaba en el 40×20, sino en el banquillo. A sus 22 años, Román inició su camino como técnico en el Colegio Nuestra Señora del Recuerdo de Chamartín. Seis temporadas más tarde, desembarcaba en el Atlético de Madrid.

15 años en la sección de balonmano colchonera ligarían su nombre al Atleti para siempre. Bajo su mando, el equipo del Magariños vivió su época de máximo esplendor. Cinco Ligas masculinas, cuatro Ligas femeninas y cinco Copas del Rey decoran el palmarés de un técnico único. Sin embargo, el mayor recuerdo que dejó Juan de Dios en el hincha rojiblanco fue, paradójicamente, una derrota. Nada ha perdurado más en la memoria colectiva de la afición que la final de la Copa de Europa de 1985 contra la Metaloplastika Šabac. Y es que nunca antes un equipo español había llegado tan lejos en la máxima competición continental. La epopeya lograda por los Lorenzo Rico, Cecilio Alonso, Juanón De La Puente o Agustín Milián provocó un fenómeno sin precedentes en el balonmano nacional. La abrumadora petición de entradas llevó al Atleti a jugar su partido de vuelta en un abarrotado Palacio de los Deportes. El ambiente, tal y como lo describió años más tarde Veselin Vujović, fue irrepetible.

La final europea marcó el final de la primera etapa de Juan de Dios Román en el Atlético de Madrid. Aquel mismo verano, el entrenador extremeño se convertiría en el seleccionador español absoluto. Juan de Dios regresaría a la sección en 1990 y permanecería allí hasta que Jesús Gil decretó su disolución en 1992. Lejos de su Atleti, la carrera del legendario preparador osciló entre el combinado nacional (con el que consiguió las primeras medallas de su historia) y el Balonmano Ciudad Real. El conjunto manchego pondría fin a la mítica trayectoria de Juan de Dios en los banquillos. En 2009, tras cuatro años apartado de las canchas, Román asumió la presidencia de la Federación Española de Balonmano. Su primer y único mandato culminó con la organización y la victoria de España en el Mundial 2013.

A partir de ahí, Juan de Dios se ha mantenido alejado de los focos. Más aún, cuando en enero del año pasado anunció que estaba superando un cáncer de pulmón. Este sábado, un derrame cerebral irreversible acabó con su vida, pero no con su legado. Su leyenda vivirá para siempre en el corazón de todos los aficionados al balonmano; y particularmente, en el de todos los atléticos. Que la tierra te sea leve, maestro. Hasta siempre.

Foto: atleticodemadrid.es

Autor: David Gómez

Alcarreño. Adicto a la buena música y a la escritura. Estudiando y haciendo periodismo con un micrófono y un papel. Esclavo de una pasión llamada Atlético de Madrid.

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1 Comentario

  1. No sé mucho del balonmano, aunque si conocí la relación de este señor con ese deporte, tanto en el Atletico como en la Selección Española. Siempre que leía que había algún éxito en este deporte, su nombre estaba ligado a ese éxito.
    Me parece que era de ese tipo de personas que dan todo por el deporte que aman. Y eso es muy grande. Lo mismo que fue Santana en el tenis o Ballesteros en el golf.
    Existe esta modalidad deportiva, pero tienen que llegar estas personas para encumbrar ese deporte.
    Descanse en Paz.

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