A la espera de la típica ‘heitingada’, la posible marcha de Saúl Ñíguez es el gran culebrón del mercado de fichajes en el Atlético de Madrid. Resulta irónico que, un verano más, en el entorno del campeón de Liga resulte más relevante el capítulo de bajas que el de llegadas. Es la sempiterna historia de “antes de entrar, dejen salir”, una especie de día de la marmota en el que los mismos discursos y las mismas razones se repiten una y otra vez. Sea como fuere, la lógica empresarial de Miguel Ángel Gil Marín y Enrique Cerezo volverá a priorizar las salidas antes de acometer operaciones más asequibles y baratas que las ventas. Llegados a este punto, todo lo que sea evitar otro desmantelamiento de un equipo campeón constituirá un éxito en el imaginario rojiblanco. Sin embargo, la clásica salida estival parece inevitable.
Esta vez es el turno del canterano ilicitano. El nombre de Saúl lleva un tiempo en la picota, pero su caso no es uno más. Muchos apuntan a que ha sido el propio futbolista el que ha pedido negociar su salida. Por supuesto, novias no le faltan. Bayern, Chelsea, Juventus, PSG, United… Todos los grandes de Europa suspiran por un jugador que no pasa por sus mejores días. Precisamente, ese es el principal motivo que sobrevuela la mente del cuarto capitán de la plantilla. La vida deportiva del ‘8’ se ha ido deteriorando progresivamente en el último año y medio hasta ser relegado del once titular. Su bajo rendimiento sobre el césped ha venido acompañado de una situación anímica complicada. Ni la cabeza ni las piernas terminaban de responderle a un tipo que había maravillado al continente con su jerarquía. Las miserables críticas recibidas especialmente por las redes sociales terminaron por intoxicar su entorno y hundirle la moral.
Y Saúl dijo ‘basta’. Ni su buen tramo final ni su protagonismo en los últimos partidos del campeonato han servido para revertir su decisión. Ni siquiera el título de Liga ha conseguido disuadir al internacional español. A sus 26 años y tras 337 partidos con la zamarra colchonera, el centrocampista cree que es el momento de emprender una nueva aventura, de resetear la mente y de volver a empezar. Duele que una leyenda del Atlético de Madrid pueda abandonar su casa de esta manera. Más aún, teniendo en cuenta que la coyuntura no parece insalvable. Su titularidad y sus actuaciones en los encuentros decisivos de la Liga demuestran que Saúl tiene la capacidad y la confianza de Simeone para recuperar el lugar que le corresponde.
Pese a ello, nada se le puede reprochar al que dejó su riñón y meó sangre por la camiseta. Quien firmó un contrato de por vida cuando medio mundo le ofrecía el cielo a sus pies merece decidir su futuro sin ataduras ni recriminaciones; y sobre todo, merece ser feliz. Que ninguno dude de que Saúl saldrá con honores si así lo desea. No es para menos. Pero hasta que eso ocurra, el deber de club y afición es salir en defensa de su capitán. Los grandes siempre vuelven, sea aquí o en otro lugar. O si no, que se lo pregunten a Koke. Los mismos que un día silbaron al vallecano son los que hasta hoy increparon al pequeño de los Ñíguez. Si el ‘8’ termina abandonando, que no sea por la falta de cariño de su gente. Sería un pecado como hinchada que no nos podríamos perdonar. Saúl es uno de los nuestros. Ojalá lo sea para siempre.
Foto: Rubén de la Fuente (atleticodemadrid.com)