La noticia saltaba la semana pasada y sacaba a relucir el enésimo debate en el seno de la hinchada rojiblanca: ¿Sería bueno traer a Godín? Yo digo sí.
Sí. Rotundo, además. Diego Roberto Godín Leal sería un refuerzo de extraordinaria calidad para apuntalar una zaga en la que, precisamente, no vamos sobrados de efectivos. El sistema de tres centrales necesita de un jugador más capaz de dar refresco cuando así lo exija el calendario o, visto lo visto, las sanciones. Experiencia en defender resultados a favor y amarrar partidos (que bien nos hubiera venido en Valencia) y un punto más para el balón parado, tanto en defensa como ataque. ¿Cómo puede haber alguien en contra?
Hay quién dice que repescarlo conlleva el riesgo de empañar su trayectoria aquí. Que enlazar varias malas actuaciones provocaría silbidos que eclipsarían todo lo que en su día logró. El tiempo me ha enseñado que no puedes dar por hecho nada, pero, si esto es así, la afición del Atlético de Madrid me acabaría demostrando que no está muy lejos de eso que tanto dice (o dijo) despreciar. Que no sería tan diferente como dice ser. Para que Diego Roberto Godín Leal consiga empañar una trayectoria que le ha consagrado como una de las grandes leyendas de la edad moderna de este Club tendría que defecar en el trono de Neptuno.
Si nos guiamos por ese mismo argumento, nos hubiéramos perdido un Calderón a reventar en la vuelta de Fernando Torres. Dos goles al eterno rival en su estadio o su primer, y único, titulo con el Club de su vida. Tampoco hubiera salido a la luz aquella mítica pancarta que el fondo sur lució en la despedida como jugador de Simeone: “Diego Pablo el Calderón te ama.”¿ Cambió en algo la percepción de la afición rojiblanca tras la segunda etapa de Futre? Y este jugó únicamente diez partidos.
No he visto ningún partido de Inter, Cagliari o Uruguay en este tiempo. Tampoco lo necesito. Hay algo que me dice que este equipo necesita de un último empujón para volver a darnos una alegría, de esas que rompen pronósticos y revientan las estadísticas. ¿Y si nos queda otro cabezazo que gritar?
