Escrito Por Marcos Martín on May 24, 2022 | 5 Comentarios

Ya está, llegó mayo. El Atleti, un año más, vuelve a ser tercero y por primera vez en su historia encadena diez años seguidos entre los tres primeros del campeonato. Simple y certero. Nada de opiniones, números. Asépticos y objetivos.

Los profetas del apocalipsis rojiblanco que en navidades auguraban todos los males habidos y por haber, hoy callan. Apenas se les ve aparecer por los mentideros rojiblancos para refrendar las ideas que, en su día, gritaron a bombo y platillo cada vez que tenían oportunidad. Aquellas ideas y relatos que tenían como único y real objetivo desprestigiar a Diego Pablo Simeone y cuestionar el mérito de su obra. Ya son pocos los osados que sitúan a Lopetegui en el mismo escalón que al Cholo. Apenas se recuerdan los nombres de todos y cada uno de los entrenadores que, como si de un reparto de cromos se tratase, habían sido preferidos para dar un relevo al técnico que ha convertido lo extraordinario en algo cotidiano. Nuno, Sampaoli, Marcelino, Emery, Iraola… Sigan ustedes, a mí me da la risa. Se van apagando los ecos que, una temporada más, colocaban al Sevilla como “nuevo Atlético de Madrid.” Lo de cada año, vaya.

En la segunda peor campaña en cuanto a puntuación de un Atlético de Madrid de Simeone, el equipo ha cumplido el objetivo. En la peor campaña en cuanto a goles encajados desde que el Cholo llegó, se ha cumplido el objetivo. En, quizá, el año que menos identificados nos hemos sentido con el grupo y peores sensaciones hemos tenido de los últimos diez años, se ha cumplido el objetivo. Es sencillo, aunque a algunos les sabrá a poco. Al “aficionado exigente” que el tercer presupuesto de España se coloque entre los ocho mejores de Europa y mantenga su puesto histórico en la clasificación nacional, no le termina de llenar.

Los que nunca reparten carnets, pero no tardan demasiado en sacar el suyo a la hora de dar validez a sus opiniones y argumentos, tienen ahora su oportunidad de brillar y ser consecuentes con sus soflamas. Los que exigen un juego vistoso, combinado con goles a favor y porterías a cero, pueden dar un paso adelante. Los que aplauden cuando los medios partidistas consideran que el Atlético de Madrid debe ganarlo todo y a la vez callan cuando en las ternas de candidatos a títulos nos obvian, tienen su momento. Los que montan en cólera cada vez que alguien les dice que Simeone tiene una gran plantilla a la que sacar mayor rendimiento y, a la vez, hacen mutis cuando su equipo no está entre los candidatos a fichar a las futuras estrellas del momento (Haaland, Mbappe..) pueden, y deben, dar un paso adelante.

Sí, hay que ser exigentes. Hay que golpearse el pecho, partirse las camisas y pegar voces, porque todos queremos un Atlético de Madrid que nos represente y pelee cada año por trofeos. Todos queremos ver partidos con emoción, buen juego y pocas calamidades.  Todos queremos un Atlético de Madrid envidiado por el resto, pero no todos necesitamos eso para ser felices. No todos pensamos que el fútbol empieza en agosto y acaba en Mayo. No todos creemos que el Club Atlético de Madrid es una institución únicamente gobernada y representada por los tipos que aparecen cada quince días en el verde del Metropolitano. Toca exigir. Toca pedir salir de ese día de la marmota constante en el que se han convertido los veranos rojiblancos. Toca reclamar que la frase “antes de entrar dejen salir” sea borrada ipso facto de los medios de comunicación en cada verano estival. Ser exigente es eso, lo demás puro postureo.