El Atlético de Madrid ha anunciado por fin la renovación de Koke Resurrección. La continuidad del capitán era una cuestión de Estado para la hinchada rojiblanca desde principios de temporada. Sin embargo, las alarmas habían empezado a saltar en los últimos meses después de que el club siguiera postergando el acuerdo con su principal buque insignia. Las declaraciones de algunos compañeros como Morata pidiendo que le valoraran más hicieron temblar todavía más a los colchoneros, que temían que el Atleti le presentara al vallecano una oferta inasumible.
Por suerte, todo se ha resuelto con final feliz. Koke será el capitán del Atlético de Madrid en la temporada 2024/2025, una campaña que será especialmente simbólica por el regreso del escudo. Sin embargo, su vínculo solamente se prolongará un curso más. De nuevo, el Atleti ha decidido priorizar la edad al rendimiento y ha rescatado la política de renovar año a año a los jugadores mayores de treinta. Una política que, por otra parte, no se cumple con los veteranos fichados. Un ejemplo es el de Antoine Griezmann, que tiene contrato hasta 2026.
El buen desenlace no puede opacar todo el proceso. Resulta indignante que el jugador con más partidos y títulos en la historia del Atlético de Madrid no haya recibido un mejor trato. Sorprende más todavía teniendo en cuenta que Koke sigue siendo, hoy por hoy, uno de los activos más valiosos de esta plantilla. El centrocampista madrileño está firmando una temporada notable, siendo uno de los pocos hombres salvables del primer equipo. Su legado y su nivel no merecían un acuerdo in extremis a la baja y a final de temporada.
Ni el fútbol se mide en edades ni Koke es un futbolista cualquiera. Sus 32 años no se pueden valorar igual que los 33 de Savić, cuyo nivel ha caído en picado durante las últimas temporadas. Y desde luego, el estatus y el alto nivel del ‘6’ no justifican este suspense. Mejor tarde que nunca, sí, pero el Atleti no ha estado a la altura de lo que sí le ha dado su capitán. Hoy es día de celebrar. Mañana conviene empezar a reflexionar sobre una política que, llevada al extremo, no tiene ningún sentido.