Una cuenta nueva

Jamás pensé que escribiría algo así. Aún está muy vivo aquel verano de 2019 en el que Antoine Griezmann decidió que ser leyenda en el Atlético de Madrid era algo que le sabía a muy poco. Un año después de aquella famosa Decisión. Un año después de convertirse en el jugador mejor pagado de la historia de este Club. Ni Koke, ni Fernando Torres, ni Gabi llegaron a acercarse al pedestal económico en el que situaron al francés. Palabras mayores.

Griezmann eligió el FC Barcelona. Aceptó cobrar menos y un estatus inferior al que había disfrutado en el Atlético de Madrid.  Pasó de tener las llaves de la casa a tener que llamar al sereno cada vez que quería entrar. La gran mayoría preveíamos el desenlace final.

Griezmann volvió en el verano de 2021. Se había marchado como balón de bronce de un Atlético de Madrid que se le quedaba pequeño y regresó como despojo a un conjunto rojiblanco que se acababa de proclamar campeón de Liga. Hechos, no palabras. Para algunos, su fichaje fue motivo de celebración. No eran pocos los que confiaban en volver a ver una copia de aquel futbolista que enamoró y fue completamente decisivo. Otros tantos, entre los que me encuentro, pensamos que la operación era un rotundo fracaso. Un Diego Costa 2.0. Ambos nos equivocamos.

Porque Griezmann no es el que se fue, pero tampoco el deshecho de tienta que otros esperábamos. Por mucho que algunos se den golpes en el pecho y vociferen un “te lo dije” nadie se imaginaba ver esta versión de Antoine. Mas alejado del área, sin infundir ese temor a las defensas rivales, pero presente y visible en el resto del terreno de juego. Un jugador total. Un pilar fundamental en el desarrollo del juego de su equipo. El único futbolista que se queda tras cada partido a saludar a la grada. El único integrante de la primera plantilla que se ha mojado en el tema del escudo. Su “ojalá se sienten y lo solucionen” fue poesía para oídos de una hinchada que aún sigue esperando que quienes siempre tienen su aliento les devuelvan una milésima parte del apoyo que les brindan.

Aún duele. Soy de los que piensan que la traición que cometió Antoine es mucho mayor que lo que en su día hizo Hugo Sánchez. Marcharse de un Atlético de Madrid candidato a todo y siendo referencia absoluta del mismo es el mayor de los desprecios que se puede hacer a un Club.  Pero ha hecho casi todo. Desde aceptar jugar treinta minutos por partido hasta evitar las palabras vacías y los tribunerismos baratos. Hechos, no palabras.

Jamás olvidaremos aquello. Los que daríamos la vida y gran parte de nuestro dinero por defender nuestros colores en el césped, aunque solo fuese unos minutos, no lo entenderemos nunca. Su mayor penitencia será no ser leyenda de este Club. Aquel capítulo jamás será un borrón, pero creo que él sí merece una cuenta nueva.

Foto: Getty Images

Autor: Marcos Martín

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1 Comentario

  1. La verdad es que sí que dolió el abandono cochambroso que hizo Griezzman en 2019, no obstante hay que creer en las segundas oportunidades, de hecho no ha sido el único, acordaos de Filipe Luis, Diego Costa, Saúl y algunos más

    A ver Joao Félix… no sé si este caso será semejante a los anteriores… ya veremos

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