El Atlético de Madrid ha superado este verano los límites de su propio ridículo. El cuadro rojiblanco comenzaba este mercado de fichajes con dos objetivos principales: un mediocentro y un delantero. Tres meses después, los colchoneros no solo no han reforzado esas posiciones, sino que han perdido futbolistas en ambas parcelas. Las salidas de Kondogbia y João Félix, aun siendo evidentes, no han servido para fortalecer una plantilla necesitada de caras nuevas en esas zonas. Su máximo movimiento fue pedir la cesión de Højbjerg el último día de mercado. Por si esto fuera poco, la dirigencia rojiblanca no faltó a su cita con la clásica ‘Heitingada’; esta vez, en forma de marcha de Carrasco a Arabia Saudí.
El paupérrimo espectáculo de Gil Marín en este período estival no sorprende a nadie. Desde la llegada de Diego Pablo Simeone en diciembre de 2011, el balance entre traspasos y ventas es de 53,34 millones de euros, según Transfermarkt. En otras palabras, el Atleti ha invertido la friolera de 4,4 millones de media por temporada en fichajes. Las justificaciones son variadas. Unos días fue la deuda. Luego llegó la pandemia. Esta vez, había que compensar el agujero generado por la prematura eliminación de la Champions. Poco importa que el Atlético de Madrid sea el quinto participante en esta Liga de Campeones con más ingresos fijos. La lista Forbes no se alimenta sola.
Este año duele especialmente. Y duele porque el equipo transmite la sensación de que, con un par de retoques, está para objetivos grandes. Pero éxito deportivo y patrimonio personal son dos conceptos incompatibles en el Metropolitano. Ganar cuesta dinero y exige pagar primas. Demasiado para un «mejor gestor» cuyo único propósito es acabar la ciudad deportiva y culminar su retiro dorado a Valdeolivas. Mientras tanto, habrá que seguir buscando culpables. Los altos sueldos de Simeone y Saúl son el clásico recurso.
Otra opción puede ser el fantasma saudí. No se puede competir contra el potencial económico de Riad, y es cierto. Pero llama la atención que, con todo el dinero del mundo, el Al Shabab vaya a pagar menos de 15 millones por Carrasco, cuando el Atleti no negociaría por debajo de 20. Cabe la posibilidad de que el club termine excusándose en las pérdidas ocasionadas por el retorno del escudo, como si el referéndum convocado en junio no obedeciera a la sangría de ventas provocada por la implantación del logo.
Sea como fuere, ni el cambio de estadio, ni las clasificaciones a Champions han conseguido modificar el modus operandi del gilismo. Al ‘Cholo’ no le queda otra que arar con estos bueyes y cumplir con el objetivo. Hasta ahora, a los colchoneros les ha valido para garantizar el pase a la Liga de Campeones. Pero la gallina de los huevos de oro ya no da para más. El año pasado fue la eliminación en fase de grupos. Llegará el día en el que ni siquiera dé para clasificarse a la máxima competición continental. Sé que todavía lo ven lejano, pero pregunten por Valencia qué pensaban en 2012. Y créanme, cuando llegue ese día, no habrá Simeone que sostenga este castillo de naipes.
3 septiembre, 2023
Yo no defiendo a Gil, pero, no es el único culpable de la situación. Hay otros culpables, que tod nel mundo sabe.
3 septiembre, 2023
Pues espero que si se decide al retiro dorado de Valdeolivas, como dice el articulista, no lo venda a alguien como Piter Lim, porque sólo hay que mirar al Valencia…
6 septiembre, 2023
Esta directiva no tiene vergueza. De lo debn estar llavendo crudo. No se gastan dinero en fichajes y lo poco que se gasta es por haber traspasado figuras nuestras que cambian por jugadores de 30 años o más.