Durante estos días ha estado muy candente el debate sobre el regreso de Villa a la selección. Como es habitual en este país cainita, rápidamente se conformaron dos bandos enfrentados. De un lado estamos los que nos hemos alegrado de su regreso y pensamos que había sobrados motivos para que éste se produjese y que además es una oportunidad para reparar la injusticia que se cometió con él. Como con Torres.
A colación de ese debate he rescatado uno que ya empieza a hacerse antiguo pero que no me cansaré de repetir. Pasó algo parecido con Torres, aunque él ni siquiera tuvo la oportunidad del debate. Torres y Villa han sido sin ningún género de dudas la pareja de delanteros más importante de la selección. Ahí están sus registros goleadores y sobre todo sus títulos cosechados. Ambos merecían irse de la selección con honores y ninguno lo hizo. Villa se fue tras un feo gesto de Del Bosque en su último partido y Torres se fue entre un injusto e insultante silencio. Aun así, ninguno de los dos se ha rendido y han continuado mostrando su amor por los colores nacionales y su deseo de un día volver. Villa va a tener la oportunidad que Torres no tuvo en el último Europeo, en el que bajo mi criterio, debió estar presente.
El de Fuenlabrada es un caso insólito en la Selección, seguro sin parangón en otros países. El tercer máximo goleador de su historia, con goles en dos finales de Eurocopa, con éstas y un mundial en las alforjas, con 110 internacionalidades. Debería ser un mito viviente pero más bien al contrario ha sido el jugador más discutido que recuerdo. A Torres le salían Portillos al lado desde su inicio pero incluso desde su consagración, cada partido para él era una reválida. En cuanto estuvo mal, verdaderamente mal, salió.
El caso es que tras el mercado invernal en la temporada del Europeo de Francia, con Jackson Martínez fuera del Atleti y quedando como única referencia Torres, que había tenido un comienzo bastante malo, se echó el equipo a la espalda en la faceta goleadora. Terminó haciendo 11 dianas, casi todas en el tramo postrero, y consiguió llegar a una final de Champions (en la que le hicieron un penalti que malogró Griezmann) después de aquel golazo en el Camp Nou y aquel buen partido (penalti fallado mediante) en Múnich. Marcó gol tras gol hasta dejar al Atleti a un solo punto del que a la postre fue el campeón en la Liga, el Barcelona, y aun así, siendo el delantero referencia del equipo subcampeón de Champions y puntero de liga, no mereció, no ya el regreso a la selección, ni tan siquiera fue digno del debate.
Los delanteros de aquella convocatoria fueron Aduriz, que había hecho 20 goles con el Athletic, Pedro, que había hecho 7 goles con el Chelsea, Nolito, que había hecho 12 con el Celta, Morata, que había marcado 12 con la Juventus, con un final de temporada bastante malo y, eso sí, Lucas Vázquez, que había hecho 4 goles con el Real Madrid, equipo que añade un efecto multiplicador en el valor de los mismos de cara ser valorado para la selección.
Aquel año me tacharon de loco en este país por defender que Torres, con dos Europoes y un Mundial, con 110 internacionalidades y con el tramo final de temporada que hizo, debió estar en ese torneo. Pero no tenían razón.
