Entre la multitud de cánticos que las gradas españolas nos brindan cada jornada hay uno que se repite en varios estadios: «Recorremos kilómetros, superamos obstáculos, solo por ti.»
La letra es sencilla y resume en pocas palabras en lo que consiste ser hincha. Hincha de verdad, de los que se mojan, pasan frío, o llegan a casa sudados porque el sol les ha dado de lleno durante más de noventa minutos. Una frase que no necesita de arreglos para adaptarla a las particularidades que cada masa social tiene, porque no habla del Club sino del aficionado.
El pasado jueves, un padre y sus dos hijos fallecían en carretera cuando venían a Madrid siguiendo al Club de su vida. No es difícil imaginarse la ilusión que podía palparse en el interior de ese coche, las ansias por llegar y disfrutar de un día de fútbol. Los nervios por ver si su Sevilla podía enderezar el rumbo de la temporada y vencer al Atlético de Madrid en su campo. Más de uno de nosotros hubiéramos firmado perder aquel partido y dejar a un lado nuestras aspiraciones en Copa, a cambio de que esa familia hubiera podido llegar al Metropolitano para disfrutarlo in situ.
Muchas veces soñamos con levantar títulos, fichar estrellas, llenar salas de trofeos y disfrutar de goleadas, pero nos olvidamos de que lo verdaderamente importante, lo tangible, lo que merece la pena de todo esto, son los momentos que el fútbol nos brinda más allá del césped. Las ciudades que hemos visitado únicamente por el mero hecho de seguir a nuestro equipo. Las grandes amistades forjadas con gente de todo tipo con las que al principio solo te unía el amor a unos colores. Los amores, que los hay, cuya chispa prendió en el seno de una grada siguiendo a un equipo. A veinte kilómetros de casa o teniendo que hacer varias escalas.
El domingo, volviendo en el bus de la peña junto a otras cincuenta personas, volví a pensar en lo del jueves. En como habrá gente que no entenderá lo que es llegar a casa de madrugada y presentarte a la mañana siguiente en el trabajo con un déficit importante de sueño. En los días de vacaciones gastados en seguir a un equipo, las cábalas para viajar con poco presupuesto o los esfuerzos que mucha gente hace para pagar cada año su abono. Volví a pensar en el jueves y me acordé de esas tres últimas palabras: solo por ti.
31 enero, 2024
Esas enseñanzas son las que debe dejar no solo el fútbol, sino todo el deporte.
Muy buen artículo.