Seguimos molestando

El Atlético de Madrid vuelve a estar en el ojo del huracán. Después de la victoria frente a la Real Sociedad, el capitán txuri-urdin, Mikel Oyarzabal, salió en los medios de comunicación denunciando el supuesto trato de favor recibido por el cuadro rojiblanco tras las quejas emitidas por Miguel Ángel Gil Marín. Es probable que el internacional español no sepa que al Atleti apenas le han concedido dos penas máximas en sus últimos 49 partidos de Liga y que es uno de los equipos con peor saldo entre faltas cometidas y tarjetas recibidas.

Pero eso no importa. Desde la victoria en el derbi, en el imaginario colectivo ha calado la idea de que los colchoneros son uno de los clubes más beneficiados del campeonato. Y todo, por un arbitraje correcto de Alberola Rojas. Un Alberola que, por cierto, apenas ha arbitrado en una de las tres jornadas que se han disputado tras el Atlético de Madrid-Real Madrid, y tampoco está previsto que lo haga este fin de semana. Son las caprichos de Negreira.

En cualquier caso, más allá de las cuestiones arbitrales, el Atlético de Madrid ha sido protagonista de nuevo esta semana por un polémico vídeo del Celta en sus redes sociales. Llama la atención que la institución viguesa, que jamás tuvo rivalidad alguna con el cuadro madrileño, se mofe de la hinchada rojiblanca para apelar al sentimiento de su gente. Resulta fascinante la cantidad de lecciones que recibe el aficionado colchonero sobre lo que está bien y lo que está mal. Desde Concha Espina le explican cómo y cuándo se tiene que celebrar. Y ahora, desde Galicia, le cuentan qué es exactamente sufrir.

Pero lo cierto es que al atlético no le tienen que recordar lo que es estar en el barro. Un servidor nació con el Atleti descendiendo a Segunda y creció viéndolo en la medianía. Y seguramente, muchos de ustedes estaban mordiendo el polvo en El Ejido y llenando el Calderón en Segunda mientras el Celta viajaba a San Siro y a Celtic Park. Ahora, esos mismos tipos que no juntaban seis mil personas en Balaídos en la categoría de plata le dicen que no sabe lo que es estar en las malas. Es cómico, cuanto menos.

Todos estos episodios constatan una realidad: el Atlético de Madrid es uno de los equipos más odiados de España. Lejos de ser una ofensa, representa un piropo. Significa que la disciplina rojiblanca ha vuelto al lugar del que nunca debió salir. Y eso, para el aficionado de la Real o del Celta, supone una afrenta. Porque un tipo de la plebe puede aceptar que la aristocracia coma caviar, pero no que uno de los suyos se siente en la mesa del duopolio y se lleve algo más que las migajas. Llegados a este punto, seguramente le saquen la cantinela del presupuesto. Pero no se engañen. Hay más diferencia presupuestaria entre Madrid y Atleti que entre Atleti y Celta, y ya ven quién compite a quién. Esa realidad duele, y es el pecado que nunca le van a perdonar. Así que sigamos molestando.

Autor: David Gómez

Alcarreño. Adicto a la buena música y a la escritura. Estudiando y haciendo periodismo con un micrófono y un papel. Esclavo de una pasión llamada Atlético de Madrid.

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