No es solamente una Liga muchachos

Hace algo más de un mes Fernando se encontraba en la cama de un hospital conectado a una máquina que respiraba por él, la batalla contra el Covid era una realidad. El sábado fue uno de los tres mil que viajaron a Valladolid para estar cerca de su equipo. Al estadio no iban a entrar, pero todos y cada uno de los desplazados tenían la necesidad de estar allí. De marchar hacia la ciudad del Pisuerga en un ejercicio que quizá tenga más similitudes con la religión que con el propio deporte.

Es difícil explicar a quién no siente esto de la misma forma que tú lo que significa el fútbol, o el poder estar en una grada compartiendo momentos, para tu estado de ánimo. A veces hay situaciones que carecen de fundamento lógico y escapan a cualquier intento de razonamiento, son así y ya está. Con los estadios cerrados hasta nueva orden no quedaba más remedio que pegarse a la tele. Y así fue, jornada tras jornada los rojiblancos nos hacían olvidar la situación actual y nos acercaban un poco más a lo que un día conocimos como felicidad. Fueron sucediéndose las semanas y los pupilos de Simeone seguían sin bajar de lo más alto. Hubo quién empezó a crear rutinas supersticiosas para que la buena racha no acabara. Así aparecieron los tiroleses con el cucú, el teletexto, los biberones, los buenos días, las pizzas y los puros. Los “hoy Luisito…” de Muros valían tres puntos y cuando se recupere al 100% se celebrará como una Liga.

Con la disidencia fuera de control, se fomentó una campaña de halagos con forma de Caballo de Troya. La Liga ya tenía dueño, no había emoción y el título empezaba a perder interés, los únicos que podían perder el campeonato eran los propios colchoneros. Las hojas del calendario pasaban rápido y los problemas se diluían con cada parada de Oblak, cada vez que Koke ponía el compás al juego o tras cada gol de Luis Suarez. Sí, ese que lo había ganado todo y acabó llorando y festejando como un canterano su primer título como rojiblanco.

La cuesta de enero llegaba a muchos hogares y los nuestros volvieron a sacarnos una sonrisa: Un SEAT Panda aparecía en una ciudad deportiva que acostumbraba a ver llegar coches de alta gama. Fíjense como estaría siendo la temporada hasta esa fecha que, en los medios que presumen de ser serios y profesionales, a alguien le pareció buena idea informar del estado de la ITV del vehículo. Cero problemas y a seguir, como el Atlético de Madrid.

El mes de febrero trajo un bajón importante en la carrera por el título. Al espectacular ritmo que llevaba el equipo, imposible de mantener por la mayoría de los mortales, se le sumó un brote de Covid, la sanción a Trippier y lesiones que empezaban a aparecer en un vestuario que acusaba la cantidad de partidos. Fue entonces, cuando el equipo más lo necesitaba, cuando la afición del Atlético de Madrid, comandada por el Frente Atlético, apareció en escena. Partido a partido. Pancarta a pancarta. Los muchachos del fondo sur se apearon de la comodidad que otorga el montarse en el carro a verlas venir y empujaron a los suyos. Así, buena parte de la masa social que compone este Club aguardaba expectante por ver el contenido de la siguiente pancarta o cual sería el siguiente acto al que serían convocados. Los hinchas del Atlético de Madrid volvieron a parafrasear a Rosendo y le preguntaron a su equipo “Dime que puedo hacer por ti”. Y mientras unos hablaban de injusticias, de suertes, manos negras y conspiraciones, mientras ponían el foco sobre el VAR y buscaban el menor resquicio por el que poder penetrar y justificar una temporada fatalista de los suyos, los atléticos de bien siguieron creyendo. Y creyeron. Y remaron. Y escoltaron a los suyos camino al aeropuerto. Y cantaron frente a una valla, para que sus voces se escucharan dentro del estadio. Y protagonizaron el mayor desplazamiento jamás visto en España en el que ninguno de los viajeros llegó a pisar la grada.

Perdonen si me dejo algo, pero son muchos los momentos vividos este año. Si había una temporada en la que el hecho de salir campeones iba a dignificar tanto a la institución, era esta. Porque el Atleti una vez más nos dio la vida. Nos sacudió los problemas y nos devolvió la ilusión por conseguir algo en tiempos de pandemia, y eso no está pagado. Así como Maradona fue el bastión al que todos los argentinos se agarraron en el 82, los muchachos de Diego Pablo han hecho que los tiempos que nos han tocado vivir hayan sido algo más livianos. No, no es solamente una Liga, muchachos, es mucho más.

Foto: atleticodemadrid.com

Autor: Marcos Martín

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1 Comentario

  1. En estos días de tanta alegría para la afición atlética, quiero recordar con cariño, a ese niño atléticovo que perdió la vida cuando celegraba con alegría el campeonato. Deseo que desde el tercer anfiteatro, siga disfrutando de las alegrías que pueda dar nuestro club. ¡Descansa en paz!

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