Este verano estuve en un concierto. Llevaba sin ver a ese grupo varios años y disfruté bastante. Apenas guardo en mi teléfono un par de vídeos de aquel día que solo volví a ver a la mañana siguiente, y que ahora simplemente ocupan espacio en mi memoria en la nube. Es curioso porque a mi alrededor hubo gente que se pasó las aproximadamente dos horas que duró aquello grabando el espectáculo. Centrando sus esfuerzos en el que el de al lado no cantase demasiado alto, para que el sonido no se metiese en su vídeo, o que el de enfrente parase de moverse para así no fastidiarles el plano. Dudo que disfrutaran y me lamenté viendo como hay gente que le da mas valor a conservar una prueba física, que algún día acabará borrando por falta de espacio, antes que un recuerdo en la infinitud de la memoria.
Algo así sucede cada vez más en el fútbol. Empieza a verse como normal que cada vez que un futbolista va a sacar un córner haya una legión de fans jóvenes, y algunos no tan jóvenes, que bajan en hilera las escaleras que conducen hasta la primera fila para, teniendo quizá a uno de sus ídolos cerca, sacar su teléfono móvil e inmortalizar aquello, únicamente para poder decir al día siguiente en el instituto o trabajo que estuvieron allí. Ni siquiera se centran en vivir esa situación, en disfrutar y aprovechar cada instante en el que tienen tan cerca a ese futbolista, lo principal es que el resto sepan que ellos estuvieron ahí, que lo vivieron.
La Liga, en su afán por mercantilizar y convertir en cash cada resquicio del deporte, ahora llamado espectáculo, ha ahondado este año en este tema. Así, las realizaciones de los partidos nos ofrecen ahora la imagen de los vestuarios de ambos equipos, justo antes de salir al campo, o las charlas que los entrenadores dan en las pausas de hidratación frecuentes en esta época del año. Quién sabe si en un futuro, y previo pago de una suculenta suma de dinero, también podremos presenciar las reuniones tácticas anteriores a los encuentros. O meternos en las negociaciones que los clubes tienen con los representantes y futbolistas para fichar o mejorar sus contratos. Todo vale. Todo tiene un precio.
Empiezo a temer por el futuro de los recuerdos. Que las historias que se contaban de generación a generación, cuando muchos de los partidos no se daban por televisión y solamente se radiaban, pasen a mejor vida. Aquellos pequeños secretos de vestuario que cada una contaba a su manera y de los que no sabías que versión creerte, también eran fútbol. Los viajes, las anécdotas que salían a relucir una y otra vez en una previa, cuya versión se distorsionaba en función del público que la estuviese escuchando o la cantidad de alcohol que hubiese ingerido quién la estaba contando. Daba igual, no había nada físico que diese soporte o derrumbase lo allí narrado, también era fútbol.
Gracias a aquellos recuerdos e historias, el Calderón quedará en la memoria de todos como un estadio donde el ruido de bombos y cánticos no cesaba. Un lugar donde grandes equipos claudicaron y se marcharon impresionados por el ambiente hostil de la hinchada rojiblanca. Obviaremos los detalles que menos nos gusten y daremos aún más peso y valor a los que verdaderamente nos hicieran sentir orgullosos de lo allí vivido. Todo eso y mucho más le contaremos a nuestros hijos, y también será fútbol. Y ellos abrirán los ojos y vivirán inmensamente en esas historias que nosotros les contaremos, a viva voz y hablando desde el sentimiento, porque eso, realmente eso, es el fútbol.
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31 agosto, 2023
Haria muy mal la ditectiva en traspsara Riquelme. No sé como puede el club estar tan mal de dinero, si tiene cerca de 60.000 abonados y el Metropolitao casi siempre lleno.