Al Atleti se le exigen muchas cosas. El crecimiento del club ha sido tal, que desde hace varios años se le pide que pelee, por lo menos en el ámbito nacional, por cada título hasta las últimas jornadas. Y esto es así porque Simeone ha colocado en el Atlético de Madrid en la cúspide del fútbol español, siendo, por ahora, el único que ha acabado con el monopolio del Real Madrid y FC Barcelona.
Por encima de todas estas exigencias, si hay algo que siempre se le ha pedido al Atleti y a sus jugadores, es que compitan, ya sea cerca o lejos del Metropolitano. En casa, los rojiblancos hacen los deberes, y normalmente suelen aprobar con muy buena nota, siendo uno de los mejores locales que hay en todo el continente. No obstante, su rendimiento lejos de casa es de suspenso, y es una asignatura que lleva arrastrando muchos años.
Esta temporada, al igual que en las anteriores, al Atleti se le atraganta las visitas a los campos rivales. Y es lógico que los enfrentamientos cuesten más que en el Metropolitano, porque al igual que el equipo colchonero, los clubes se suelen ensalzar cuando juegan en casa. Y, obviamente, no hay que quitarle el mérito ni a Valencia, Athletic, Girona, etc. Pero cuando un equipo tiene una plantilla como la del Atlético de Madrid, hay que exigirles que den la cara y se dejen la piel para llevarse los tres puntos para la capital.
Y ojo, ayer fue así, porque se vio a un Atleti luchador en Montilivi, pero la cantidad de puntos que se suelen quedar por el camino cuando toca desplazarse ha dificultado, históricamente, que se pueda estar luchando por la liga a final de temporada. Y más allá de esos puntos perdidos, la imagen de los jugadores no suele ser la más óptima para agradecer a los miles de aficionados que se desplazan por toda España y Europa para animar a su Atleti.
El pinchazo de ayer deja a los de Simeone a 10 puntos del liderato con toda la segunda vuelta por jugar, y para muchos es una diferencia insalvable. A mí, el Atleti me ha enseñado a creer y confiar, sobre todo cuando aún estamos vivos en otras competiciones, pero acabaré la temporada, al igual que los últimos años, con el mal sabor de boca de no ver a mis jugadores luchar en territorio hostil.