Marcaba gol Riquelme y acto seguido se iba al banquillo. Allí estaba Morata, delantero titular del Atlético de Madrid y la selección española. Ambos se fundían en un abrazo que debió de tocar más de un corazón. Al menos, de aquellos que siguen viviendo esto desde el lado sentimental. Ese que no entiende de cifras, gomina ni flashes.
Si en octubre, viendo las estadísticas que promediaba nuestro nueve, nos hubiesen dicho que hoy veríamos esa imagen, muy pocos hubiésemos creído aquel relato. Estaba en su máximo esplendor, catapultado a conseguir una de las mejores temporadas de su carrera y siendo jaleado por la grada.
Aquello era lo fácil. Levantar los brazos desde el caballo ganador, sabiendo que era muy difícil caerse. Dar la palmadita y dedicarle una sonrisa a aquel al que en todas las manos le salía escalera de color. Bailar con la guapa y no pisarla.
Tardé mucho en asimilar que un canterano madridista, buque insignia de Valdebebas, iba a vestir nuestra camiseta. No lo quería ni en pintura. Me parecía un retroceso y una perdida, una más, de los valores que nos definen. Y sin embargo hoy hay pocos futbolistas de la primera plantilla que me representen más en el césped y, sobre todo, en la vida.
No se cuántas veces habrá pasado por su cabeza aquella jugada de Dortmund. No sé en cuántas ocasiones habrá tenido que leer que si no se pasó de ronda, fue por su culpa. Lo que si se es que en mi equipo siempre voy a querer a tipos a los que una derrota o un error les tenga semanas en vilo. Que se les vea molestos y dolidos por haber errado una oportunidad. Que les queme por dentro no haber dado a su afición una actuación a la altura. Poner un post nostálgico apelando al sentido de pertenencia en Instagram para posteriormente marcharse a cualquier discoteca de moda a pasar la noche lo sabe hacer cualquiera.
La dirección deportiva tendrá ya claros cuales son los puestos a cubrir en este próximo mercado veraniego. Diego Pablo Simeone ya habrá dado las directrices de que tipo de futbolista quiere y que cualidades necesita para llevar a cabo su táctica. Un jugador con regate, un central con un físico envidiable, un medio centro que sepa sacar el balón jugado… Hay varios perfiles que nos vendrían bien, pero sobre todo, lo único que pido, es que los que vengan tengan el compromiso que demuestra Álvaro Morata.
9 mayo, 2024
Ojalá Álvaro Morata se quede en el Atlético de Madrid más temporadas. De ese fallo de Dortmund no pudo resarcirse porque Simeone no le dejó jugar, grave error del entrenador, la segunda parte, cuando más preciso era atacar.
Es, sin duda, el mejor delantero centro que ha tenido el Atlético desde Falcao. Si el Atlético no ha ganado títulos no ha sido por él, desde luego. Además, como dice el artículo, su compromiso y su derroche es incuestionable.
Y con respecto al pasado de un futbolista, no debería importar que jugadores del Real Madrid quisieran venir al Atlético a hacerlo grande. Si su actitud es como la de Morata y Llorente, no debería parecer mal a nadie sino todo lo contrario.
Otra cosa era aquel tal Reguilón, que poco menos que vino a decir que venía porque no tenía otra cosa mejor que hacer, despreciando al equipo y a la afición. Como esos no.
Los únicos delanteros que no dan el nivel son Correa (cuya aportación ya es decreciente en rendimiento) y Memphis de Pay. Deberían salir y aportar recursos al club.
Griezmann y Morata sería bueno que se quedaran y que se contase con ambos.