No puedo tener una semana tranquila en la que tomarme un café mientras leo reportajes interesantes sobre la táctica que parece, por fin, funciona en el Atlético de Madrid. Siempre tiene que haber alguien que se dedique a llevar el límite que separa la crítica del insulto un poco más lejos. Esta vez le ha tocado el turno a Saúl. Ya ven ustedes, Saúl. Alguno no estará conforme con que este hombre “solo” haya meado sangre por el Atlético de Madrid. Ya ha hecho más que muchos de los que se hacen llamar “atléticos a muerte” y que si ven un par de gotas golpeando su ventana, guardan la bufanda en el cajón, el abono en la mesilla y deciden que el partido se ve mejor en televisión.
Tras el partido de Moscú, uno de los mejores a nivel ofensivo del Atlético de Madrid y en el que solo la dichosa fortuna (esa que está siempre en guerra con Neptuno) nos privó de una holgada victoria, Saúl se vio obligado a eliminar la posibilidad de hacer comentarios en su foto en una conocida red social. En ella celebraba su partido número 300 con la camiseta del Atlético de Madrid. Un récord que pudo no haberse celebrado nunca, de haber aceptado las múltiples ofertas que en su día tuvo (Barcelona, Bayern…) En su lugar, escogió quedarse y jugar de lo que fuese necesario por ayudar al equipo. Eligió al Atleti, a su afición y a Diego Pablo Simeone para seguir creciendo y dándonos alegrías. Pudo haber dado carpetazo, haber “cambiado de aires” o “aceptado nuevos retos” como les gusta decir a muchos para justificar un traspaso que mejora sus condiciones económicas. Dijo no. Dijo no a dejar de ser ninguneado y a ir a la selección absoluta con más galones. Dijo si, al club de su vida. Ese club que lleva tatuado y por el que estuvo a punto de extirparse un riñón, si Germán Burgos no lo hubiese frenado.
Los que me leen asiduamente saben de mi continua queja por el cambio en la corriente en la masa social del Atlético de Madrid. Muchos ya han adoptado la postura de las grandes bandas de rock y solo se conforman con llenar estadios y palacios de los deportes, pocos se acuerdan ya de que, hasta hace poco, nos conformábamos con ser teloneros de cualquier grupo de medio pelo en algún garito de mala muerte. Y, por supuesto, tampoco en esos garitos nos trataban bien, pero notábamos el calor de nuestra gente y con eso bastaba.
Ganar no lo es todo en la vida. Si basas toda tu existencia en el éxito acabaras sufriendo más de lo esperado, porque se suele perder bastante más de lo que se gana. Ganar está bien, pero nunca es el fin último por el que medir tu paso por el mundo. Si no entiendes ese concepto tan simple, si no comprendes que renunciar a todo lo que fuiste por unos minutos de admiración no lo es todo, no, no entiendes el Atlético de Madrid. Y mucho menos entiendes la vida.
Foto: Getty Image
9 noviembre, 2020
Sólo cabe aplaudir.
Lo que no entiendo para nada es esa fijación con los jugadores de la cantera, esa fijación para machacarles y ningunearles costantemente (se les puede criticar, ojo), eso no ocurría hasta hace poco en la afición Atlética. ¿Quienes son estos?
9 noviembre, 2020
Excelente artículo. Ya llegarán los años malos y se hará una limpia natural entre una afición a la que se le han sumado «atléticos» que no saben de qué va esto. Supongo que siempre sucede esto cuando ganas mucho, pero ya cansa. Y mucho.
9 noviembre, 2020
Totalmente de acuerdo, pero quien se atreve a meterse co. Saul? Como lo hicieron los que silbaron a Koke en el Wanda…., puedo entender que pasen rachas, pero insultos? Silbidos? Críticas destructivas? Siempre los atléticos hemos apoyado a los nuestros y así voy a seguir haciéndolo; grande Saul