Escrito Por José Luis Pineda on Dic 13, 2016 | 1 Comentario

El Atlético está en crisis. No es sólo de resultados, de puntos, es una crisis de ideas, una crisis de convicción, tal vez de valores, de determinación, incluso de suerte. La fortuna rema a favor de los que la trabajan, piensan siempre aquellos que gozan de ella, aunque es cierto que tal vez lo único que no le falte al Atlético, el único argumento al que pueda agarrarse para salir de ella sea precisamente ese: el trabajo.

El Atlético salió al Madrigal con un once reflejo de las dudas de Simeone, que no termina de convencerse si es Savic o es Giménez, si al medio va Tiago o Koke, si Carrasco o Correa, si Gameiro o Torres, si Gaitán o la nada. Sacó cambios y el equipo no estuvo mal los primeros veinte minutos. Para ser justo, incluso pudo adelantarse, pero un error descomunal de Tiago regaló el primer gol Trigueros, que definió perfecto la dádiva del portugués y adelantó al Villarreal y con él todo se derrumbó como la casita de paja ante el soplido del lobo. Justo después de la primera desgracia pudo haber desbaratado todo de nuevo Griezmann en un mano a mano que Asenjo sacó aliado con la casualidad. El francés pulula por el campo con aspecto de pintor olvidado en Monmartre: solitario, melancólico, desconocido. Esa ocasión fue el último gesto reconocible del Atlético, desde ahí se evidenció que la crisis es gigante y no afecta sólo al resultado.

Tiago se marchó lesionado tras el enorme fallo que rompió el partido y acto seguido, en un combo infernal, Oblak, cosa extraña, erró. Regaló el segundo gol que fue gracias a una combinación extraña del error, el palo y la astucia de Dos Santos. No fue la única desgracia que trajo la jugada, pues en la misma acción el esloveno tuvo que salir retirado con una lesión en el hombro. Dos a cero. Tocaba épica o melancolía y no hubo ni siquiera amago de lo primero.

El Cholo se había quedado sin cambios y en la segunda mitad sólo pudo incorporar a Carrasco para sustituir a un desastroso Correa. El belga dio más empaque al equipo, más sensación de peligro, pero nada que llegase a servir para poner en apuros al Villarreal, que con la renta a favor se mostró como un equipo sólido y disciplinado, al que es difícil remontarle cuando el viento le ha dado de cara. El Atlético corrió y corrió, no puede decirse que no lo intentó, ni que los jugadores no tuvieron actitud, pero daba la sensación de que eran carreras inanes, tanto esfuerzo que se aplica en vano si no se conoce el rumbo a dónde va. Así hasta que Soriano hizo el tercero en el descuento y definió un resultado injusto que servirá para visualizar la crisis.

Todo parece una cuestión mental, porque hace un mes y poco, este mismo equipo salió de Mestalla líder y con un nivel de juego al que era imposible adivinarle fisuras. Gameiro no parecía ese delantero romo y torpe que vive sólo a expensas de la velocidad. Griezmann no era el pintor de Montmartre ni Carrasco la duda ni la defensa un interrogante constante. Así que parece que todo debe ser mental. Hay tiempo para que Simeone recomponga el problema, que es grave, y no se vaya por el sumidero una temporada que recién empieza y a la que todavía le quedan estaciones preciosas desde las que todos los atléticos deben disfrutar. La crisis ha llegado, y lo primero, para poder salir, es saber que conviene no negarla.

Foto: clubatleticodemadrid.com