Desde que se habilitaron los cinco cambios, el fútbol ha cambiado mucho. Simeone fue de los primeros en observar el tremendo giro que suponía contar con dos refrescos adicionales, y lo diferentes que podían ser los partidos en su finalización. Desde entonces anda empeñado en desembarazar las connotaciones históricas de titular y suplente, porque nunca hasta ahora los suplentes fueron tan importantes como ahora. Ya no sirve aquello de mirar al banco para observar a los más malos, ahora la estrategia es más compleja y en el banco tal vez resida la clave del éxito. Los que entran son los que pueden marcar la diferencia. Los que entran son los que pueden ganar los partidos.
Se vio de una manera muy clara en el partido que cerraba la jornada frente al Villarreal, un rival siempre difícil en el Metropolitano, que ejerció su papel adelantándose en el marcador con un golazo de Gerard Moreno que culminaba una contra perfecta en la que estaban definido el gran mal al que el Atleti se enfrentaba durante el partido. El conjunto amarillo hacía posesiones eternas usando a su portero como elemento clava para desequilibrar la balanza de la presión. El Atleti se descoordinaba en la recuperación y por ahí llegó el gol y por ahí pudo llegar el cero a dos de no ser porque Oblak hizo el milagro sacándole una pelota imposible a Sorloth. Los de Tena, técnico interino, desesperaban al Atleti con posesiones eternas, en las que no generaban peligro, pero mantenían al Atleti lejos del espíritu de la remontada. Por la izquierda de Riquelme percutían los locales, con poco éxito ante la ordenada y poblada defensa castellonense. Cuando todos pedían descanso para reordenar ideas y fuerzas, se coló Griezmann en el área y puso una pelota al segundo palo, por donde aparecía Witsel para poner el empate con su primer gol como rojiblanco en un momento crucial del partido.
En la segunda mitad, Saúl dejó su sitio a Llorente y el Atleti entró en modo vendaval. Encontró profundidad en la derecha y las ocasiones de gol empezaron a sucederse. Morata no tuvo su noche y falló goles de todas las formas posibles, pero el Atleti iba a sobreponerse incluso a eso, a la negación para el gol de su delantero referencia. Simeone metió a Correa y a Barrios y a Lino y los que entraron volcaron definitivamente el partido. El dos a uno llegó en un pase de Llorente a Griezmann, que continua su idilio con el gol, y el tres a uno en una contra diseñada sobre la potencia y la calidad de Barrios que Lino empujó a la red entrando al segundo palo. Con un Koke magistral como director de orquesta, los que entraron de refresco dieron vuelta al marcador y al partido, pues hubo un Atleti revitalizado, hambriento, que daba la sensación de que hubiera hecho tantos goles como hubiera necesitado para ganar el partido. Un ejemplo perfecto de la importancia de los que entran, de la pérdida de peso de la palabra titular. Tal vez ahí, en esa entrada, en la forma en que los jugadores que inicialmente estaban en el banco llegaron al partido, va a estar la temporada del Atleti.
Foto: Getty Images
13 noviembre, 2023
Totalmente de acuerdo con tu reflexión. Aupa atleti