Atacar y ganar

Han sido dos meses eternos. Los amigos se encuentran de nuevo en los aledaños del Metropolitano, en la previa, en la grada y se sorprenden de cómo han podido estar más de dos meses sin pasar por casa. Los veranos son maravillosos menos por esto, se extraña aquello que amamos, por eso el primer día es siempre tan especial, es reencontrarnos con todo, con la ilusión, con el pesado, con el técnico, con el hermano. El primer día es el abrazo sincero, la fantasía desmedida, el sueño sin límites. Había incluso quien creía que Joao jugaría y comenzaría ayer mismo su redención.

Y luego está el fútbol, que como todos ustedes saben tiene que ver mucho con el Atleti, pero menos que la vida. Simeone dispuso un once en el que había sólo un fichaje: Azpilicueta, que formó en la línea de tres centrales junto a Savic y Hermoso. Los costados para Llorente y Carrasco y luego lo que empieza a vislumbrarse como la facción de ataque titular: Koke, De Paul y Lemar al medio, y Griezmann y Morata arriba. Al otro lado estaba el Granada de Paco López, un equipo recién ascendido que mostró todo lo que deben mostrar los equipos que aterrizan en un lugar tan grande, esto es, orden, disciplina, concentración, ganas de comerse el mundo, ganas de que nadie los devuelva a los infiernos de las otras categorías. Destacó especialmente Samu, un chiquito de diecinueve años a quien nadie conocía hace dos meses y que se ha hecho un hueco tras una pretemporada deslumbrante.

El partido siguió el guion previsto, el Atleti salió como un vendaval a por los puntos y el Granada se empeló en resistir. En el minuto seis se empezó a desinflar el ímpetu inicial pues ahí sucedieron dos jugadas determinantes. La primera Morata, que falló a bocajarro el pase de la muerte que le sirvió Griezmann y volvió a mostrar desde el principio su debilidad, que el Cholo se afana por superar. Paralelo a la jugada se lesionó Koke, que notó molestias en los isquios y dejó el lugar a Barrios. A partir de ahí el Atleti fue reduciendo paulatinamente su intensidad y, como es lógico, el Granada aprovechó cada remonte de esa curva descendente para asentarse en su plan de partido, para comenzar a estirarse, para enseñar a todos a su punta de ataque, Samu, un chaval que se peleaba con Hermoso, al que le sacó la tarjeta, como si llevara cien partidos en la élite.

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Memphis destrozando la escuadra granadina con un golazo tremendo. Foto: atleticodemadrid.com

Todos estaban deseando de que llegase el descanso para intentar ajustar cosas, para intentar corregir algo, pero justo en el suspiro anterior, Vallejo le dejó un rebote suelto a Morata, que sin oposición, en el punto de penalti, fusiló a Ferreira para conseguir ese gol psicológico que abría un mundo nuevo.

En la segunda mitad, el Atleti atacó y atacó, no quería estrecheces en el marcador. Entraron Soyunçu y Memphis en sustitución de Morata y Lemar. Azpilicueta pasó a la derecha y Llorente arriba y el holandés ofreció mucho más dinamismo a la punta de ataque. Parecía cercano el dos a cero, pero lo que llegó, cosas del sino rojiblanco, fue el empate a uno, cuando Carrasco se hizo un lío con un regate innecesario en el pico de área propia. Pérdida, pase de Gonzalo Villar y gol de Samu, que marcó en la primera pelota que tocó dentro del área. Era el minuto sesenta y dos y pintaba que al Atleti se le iba a atragantar el inicio de Liga cuando Memphis, cinco minutos más tarde, pegó un zapatazo desde cuarenta metros que reventó la escuadra nazarí. El Metropolitano se alzó atónito, era un golazo de esos que se ven pocos y era un golazo decisivo, porque devolvía el partido al estatus que nunca debió perder.

Después, el Atleti, y se lo pudimos escuchar a Simeone en la pausa de hidratación, atacó. Hay quien podría pensar que era momento de asegurar los puntos, pero el entrenador del Atleti, esta vez, quiso hacerlo atacando. Introdujo a Correa y Saúl y el equipo ganó en frescura y en presencia en campo rival. Pudo ampliar la cuenta en varias ocasiones, Memphis dio también la de arena, no es oro todo lo que reluce, Correa, Llorente y se llegó al final con un Granada incapaz de acercarse a Oblak de no ser a pelota parada. Sobre la bocina, una recuperación casi en área rival de Llorente terminó con su gol que cerraba el marcador y daba el liderato de la primera jornada al conjunto rojiblanco.

La parroquia colchonera se saludó el año sin muchas caras nuevas, pero qué importa eso cuando hay goles y victoria, todo el mundo salió del Metropolitano pensando que tal vez haya vuelto el espíritu de equipo, que si todos están tan juntos como parecen estar, como estuvieron la temporada pasada al final, pues, quién sabe, tal vez pueda suceder cualquier cosa. Y no, Joao no jugó, ni parece que vaya a tener redención.  

Autor: José Luis Pineda

Colchonero. Finitista. Torrista. Nanaísta. Lector. Escribidor a ratos. Vivo en rojiblanco.

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