Escrito Por Vicente Soto on Dic 4, 2018 | 6 Comentarios

Adapto un poco el título de aquella gran canción de Amistades Peligrosas llamada “El pecado de ser africanos en Madrid”; cuánta razón llevaban en su planteamiento. Espero no haya problemas de copyright. Y lo hago para denunciar (la palabra es fuerte, sí, pero la situación, también; y es la palabra precisa) cierto tipo de actitudes y comportamientos viene uno observando desde hace ya demasiados años. Casi desde que uno tiene uso de razón (futbolística).

El niño de esta historia, y de ésta, siguió viviendo en Madrid; sin su padre al lado (por motivos puramente de supervivencia profesional y por su empeño en brindarle el mejor futuro posible). Y, por las circunstancias de la vida (excelentes, hablando en términos generales) ese niño se fue a vivir a un barrio con, digámoslo así, mucha más población madridista que atlética; y, además, comenzó a acudir a un colegio con similar proporción de sentimiento blanco.

Pero una cosa es ser aficionado del Real Madrid; muy respetable, solo faltaba. Y otra cosa es la MENTIRA; sí, así, con mayúsculas. ¿Hay derecho a que a un niño de 7 años le diga un compañero de colegio que la celebración del arquero la invento Pepe? Mucho más grave ¿hay derecho a que a un niño de 7 años le digan que, a Pepe, después de darle una patada un rival, le patearon la cabeza? El problema no está en unos niños de 7 años, obviamente; el problema está en los padres. Ese mismo padre del que tienes que escuchar, en un cumpleaños al que no tienes más remedio que asistir y con motivo de la última jornada de la Liga 2016/17, cuando el Real Madrid se jugaba la Liga en Málaga, decir aquello de “Esto no será como las ligas de Tenerife. Ganaremos con honor, como siempre lo hemos hecho”. ¿Honor? Permítanme que me…

Y voy un poco mas allá. El niño de esta historia llevaba dos años diciéndole a su padre que, en el colegio, su amigo X (el mismo de Pepe, el arquero y demás) le decía que Keylor Navas era el mejor portero del mundo. Cuidado que uno, aún siendo atlético a muerte, es un gran aficionado al fútbol, trata de ser medianamente objetivo (aunque está absolutamente seguro no lo consigue siempre), y tienes referencias de Keylor Navas desde que jugaba en el Deportivo Saprissa de su Costa Rica natal; y le ha visto jugar desde sus tiempos en el Albacete, temporada 2010/11 como gran sucesor de ese otro gran portero costarricense que fue Luis Gabelo Conejo, y que también jugo en el Albacete hace 20 años. Que, aquí, la gran mayoría de este país solo conoce a Keylor Navas por lo que lo conoce. Y a uno, Keylor Navas siempre le ha parecido un portero excelente. En todo caso, este verano, uno decidió hacer una prueba; sabiendo el resultado, obviamente. Le dijo al niño de la historia: “Oye, en septiembre, cuando vuelvas al colegio, pregúntale a tu amigo X quien es, AHORA, el mejor portero del mundo”. Respuesta: “Papá, papá, ¿porque me dices eso?”. Contra respuesta: “Tu hazlo y ya verás el resultado”. Septiembre de 2018, el niño de esta historia: “Papá, tenías razón; el mejor portero del mundo ya no es Keylor Navas, ahora es Courtois”. ¡¡¡¡¡Cielos!!!!!

Viene todo esto al hilo del Balón de Oro concedido a Luka Modric. Los que tenemos uso de razón (futbolística, insisto), dos dedos de frente y, pese a ser de un equipo u otro, tratamos de ser objetivos, ya sabemos cómo está montado esto. Pero ¿cómo se le explica esto a un niño de 7 años, sobre todo, viviendo fuera? Y viendo las cosas desde otro plano, ¿cómo se le explica esto al propio Antoine Griezmann? ¿Es que no puede el francés pensar que, si este verano pasado hubiese fichado por otro equipo, hoy seria Balón de Oro? Desde luego que puede; es absolutamente humano.

Foto: Rubén de la Fuente