Remontada frustrada con escándalo

El Atleti sale a los partidos como si le molestase que fuesen tan largos. El árbitro pita el inicio y pareciera que los de Simeone sólo estuvieran interesados en ver el tiempo pasar. El del Pizjuán era un partido de altura, tan tan de altura que quien ganaba salía líder, pero el Atleti no pareció dar importancia a esta circunstancia. Salió y esperó. Esperó a que pasaran los minutos y a ver qué proponía su rival. El Sevilla de Lopetegui tomó el balón y comenzó a circularlo, con franca horizontalidad, alejado del peligro, a un ritmo también cansino y benigno, y eso hizo sentir al Atlético todavía más cómodo en su abulia. Un hábitat conocido. El lento tiempo acelerando su paso mientras que nada ocurre.

Pero el fútbol es el deporte de lo imprevisible, un juego donde los guiones establecidos rara vez siguen su curso. Así, rondando la media hora, Jesús Navas se estrelló contra Lodi y el colegiado señaló falta con su correspondiente tarjeta amarilla para el lateral brasileño. El Sevilla ejecutó su trabajo de la semana a balón parado; mientras todos entraban al remate en pugna con la defensa, el mudo, haciendo honor a su apodo, dio un pasito atrás para recibir el pase de Banega y anotar de cabeza el uno a cero con la inusitada colaboración de Oblak.

El Atleti despertó con el gol. Fue como un jarro de agua fría sobre la placentera siesta. Ahí, con media hora ya consumida, entró en el partido y quiso jugar la pelota por primera vez. El juego se desplazó al campo rival, y los jugadores tomaron conciencia de que esa era la única manera de llegar al gol. No fue un cambio vertiginoso en cuanto a los resultados, pues tan sólo hubo un tiro a puerta de Koke desde el piquito del área que Vaclik despejó en dos tiempos, pero al menos fue notable en cuanto a la actitud. En esos quince minutos, algunos jugadores salieron de debajo de la manta y aparecieron en el partido y finalmente llegó el descanso con la sensación, ya recurrente, de que la primera parte había sido desperdiciada.

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Felipe volvió a estar muy sobrio en defensa haciendo pareja con Hermoso. Foto: atleticodemadrid.com

En la segunda mitad todo cambió bruscamente. Simeone dispuso dos cambios, ambos determinantes: entró Arias por Trippier y Costa por Lemar. Correa pasó a la derecha y Koke se metía por dentro tratando de canalizar ofensivamente el juego que comenzaba a fluir. El Atleti se hizo el amo absoluto del partido, parecía otro, más enrabietado, más fiel a la intensidad perdida, pero también más acertado en el pase, con mejor pie, con Thomas con la chaqueta de mariscal bien encajada, rompiendo líneas con vértigo, con Correa y Arias asociándose por derecha y siendo incisivos y peligrosos. El Sevilla estaba desbordado y el Atleti recogió los frutos de su dominio y de su presión con un gol de Costa de cabeza que minutos después, fue anulado por el VAR. El Sánchez Pizjuán estalló como si de un gol propio se tratara pero aquel revés no frenó la dinámica del Atlético, que siguió empujando hasta, apenas cuatro minutos después, conseguir el empate con un cabezazo de Morata en una jugada colectiva en la que fueron protagonistas Costa, Correa y Arias, que finalmente sirvió una asistencia perfecta para el remate del nueve rojiblanco.

Siguió el Atleti en busca del partido y el Sevilla sólo podía agarrarse a su público y a alguna jugada a balón parado donde De Jong mostró su inoperatividad de cara al gol. En el setenta, el VAR corrigió al colegiado González González, que había sacado fuera del área una falta sobre Koke que era penalti. Costa agarró la pelota sobre el punto fatídico y Vaclik detuvo la pena máxima y sumió al delantero en su depresión más profunda de cara al gol. Aquella jugada desinfló los ánimos del hispanobrasileño y con su resinganción también llegó la del Atleti. Entró Herrera por Lodi que guardaba el tipo frente a Navas con una amarilla desde la primera mitad y Saúl en el lateral se zafó para tratar de contener los ataques sevillistas, que venían todos por ese costado. Parecía que el partido estaba para el empate, pero en el tiempo de descuento el Atleti tuvo dos ocasiones clamorosas y una de ellas con escándalo incluido. Ambas vinieron por la derecha, primero Costa a bocajarro se estrelló sobre un defensa que fue al suelo a la desesperada y en el rechace, Vaclik detuvo el remate desde el área pequeña a Morata, cuando la pelota se introducía en la portería tras la parada del portero, apareció Koundé que primero con el brazo, evitó que el balón traspasase la línea y después retuvo en balón sobre la línea aprisionándolo entre sus muslos y protegiéndolo con su cuerpo. Penalti primero y retención de balón después pero el árbitro, en los tiempos del VAR, en el minuto noventa y dos de partido, optó por no complicarse la vida y ni siquiera ir a consultar el monitor. Un escándalo mayúsculo y determinante que, como otros muchos, pasará desapercibido en esta Liga en la que sólo parece interesar lo que perjudica a otros. Todavía tuvo otra Thomas, también en jugada por la derecha y  en boca de gol mandó al limbo la victoria del Atleti.

El partido acabó con un reparto de puntos que dejó al Atleti insatisfecho, después de la metamorfosis que sufrió tras el descanso y de las múltiples opciones que tuvo para haber culminado una remontada de peso. Un punto que sabe a poco pero que muestra el camino de lo que el equipo debe y no debe ser.

Fotos: atleticodemadrid.com

Autor: José Luis Pineda

Colchonero. Finitista. Torrista. Nanaísta. Lector. Escribidor a ratos. Vivo en rojiblanco.

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1 Comentario

  1. El VAR es otro tinglado impuesto por la asociación ésta de mangantes del fútbol internacional que ya no sabe cómo sacarle más pasta a este mundo del fútbol, y en donde poder colocar a la interminable legión de parásitos que viven mucho mejor así, que trabajando como el resto del mundo. La casi totalidad de las jugadas son interpretables. Incluso de las que nos parecen más evidentes hay siempre opiniones distintas, así que parar el partido y revisarlas una y otra vez es una estupidez que ralentiza el juego y lo desnaturaliza, exaspera al aficionado y deja a los jugadores alelados.
    Para lo único que debería usarse es para el ojo de halcón sobre la línea de gol, porque ahí sí es imposible apreciar en un instante si el balón entra o no. Como en el tenis, y punto. Por cierto, seguimos esperando una imagen real del balón del segundo «no gol» del narciso repelente en nuestra debacle turinesa.
    A mí, el penalti sobre Koke me parece ridículo. Ni él, ni ningún compañero, ni aficionado, reclama penalti en vivo, que es como se vive el fútbol, porque esa jugada no es de pena máxima.
    Y de la famosa última, a mí, como a todos, me da una rabia infinita que no entre el balón, pero creo que todo lo que hace el defensa del Sevilla son movimientos naturales e inevitables, y que si hubieran ocurrido al revés, en nuestra portería, hubiésemos pensado que qué otra cosa podía hacer nuestro defensa. Yo no me sé el reglamento, como la mayoría, pero creo que a eso le correspondía un libre indirecto. Que, por otra parte, estoy seguro de que no lo hubiésemos convertido en gol ( mientras que a la inversa, gol seguro )

    Tras el primer tiempo del otro día, el entrenador prometió hacer propósito de enmienda. Pues no ha resultado nada firme ese propósito.

    Y tras ¡ 12 puntos de los últimos 27 ! estamos a nada de los 2 gordos, que tienen su partido pendiente. Lo que es una lamentabilísima forma de desperdiciar una oportunidad única de luchar por un campeonato abierto

    Feliz domingo

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