El Atleti que reclaman los que de verdad son el Atleti

La noche era propicia para apostar en contra del Atleti. Llegaba al partido más decisivo de la temporada depresivo tras la inesperada derrota ante el Mallorca y lo hacía con una defensa en cuadro: Savic, Giménez y Felipe fuera. Solo valía ganar y podría darse que tal vez ni eso. Enfrente, el líder de la liga portuguesa, un equipo físico, sólido, que casi celebraba con los suyos el pase a octavos, le valía todo menos la derrota.

Simeone improvisó una defensa con Vrsaljko y Kondogbia ayudando a Hermoso. De ahí para adelante, más o menos lo de siempre. Carrasco y Llorente en los costadods, Koke, De Paul y Lemar al medio y la punta de ataque para Griezmann y Suárez. Salió bien al partido el Alteti, con determinación y responsabilidad por lo que había en juego, pero a los quince minutos tuvo que salir Suárez por lesión y este contratiempo pareció sacarlo del guion. Demasiados reveses seguidos. El Oporto creció y cedió la inseguridad. Fueron minutos de sufrimiento donde paradójicamente la defensa sostuvo a los madrileños y comenzó a aparecer uno de los hombres imprescindibles: Jan Oblak.

En la segunda mitad el esloveno salvó la clasificación en dos intervenciones prodigiosas y cuando todo parecía en las antípodas de donde debía estar, Griezmann anotó el cero a uno a la salida de un córner botado por Lemar. A partir de ahí, el partido se convirtió en una locura, el Atleti se fajó como en una de sus grandes noches, jugó con la desesperación del Oporto, tuvo el 0-2 en una jugada maradoniana de Cunha, sustituto de Suárez, que sacó bajo palos la defensa portuguesa. Todo parecía de cara para el Atleti, el Liverpool acababa de remontar al Milan en San Siro, pero entonces Carrasco cometió una imprudencia que le costó una roja rigurosa. Se ennegrecía el panorama con media hora por delante para jugar con diez, pero a la siguiente jugada, en medio del desquiciamiento colectivo, Cunha y Wendell protagonizaron otra acción que acabó con el jugador blanquiazul en la caseta.

Hubo más expulsiones en los banquillos, una tangana multitudinaria y ahí ya se veía al Atlético de Madrid que iba a ganar e partido, al Atleti de los viejos tiempos. De Paul agarró la manija, Simeone había metido a Correa por Lemar y después, ante el aluvión de hombres ofensivos que iba metiendo el entrenador local, sacó a Cunha para contener con Lodi. Un cambio ante el que los detractores se frotaban los dedos, ¿por qué a Cunha y no a Griezmann? ¿Por qué a Lodi y no a Joao? ¿Por qué siempre encerrar al equipo atrás? Pero todos tuvieron que guardar el hacha, porque el cambio también fue decisivo, el Atleti contuvo con un partido espectacular de los centrales improvisados y, llegando a los minutos finales de sufrimiento, con una jerarquía de crack, Griezmann habilitó una galopada de Correa a la contra para el cero a dos. Sin que el Oporto tuviese siquiera tiempo de bajar los brazos, en otro contragolpe, De Paul firmó el cero a tres que otorgaba el pase a los octavos.

Todavía hubo tiempo para que Hermoso cometiera su error grosero del día haciendo un penalti absurdo a un jugador que salía del área y con eso los locales pudieran maquillar el marcador. Pero daba igual ese gol, el Atleti de las grandes noches había vuelto, el Atleti de la convicción y la fe, el Atleti de la unión y la lucha, el Atleti de los hombres y no los nombres. El Atleti que reclaman los que de verdad son el Atleti.

Autor: José Luis Pineda

Colchonero. Finitista. Torrista. Nanaísta. Lector. Escribidor a ratos. Vivo en rojiblanco.

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4 Comentarios

    • Ben ha escrito ese comentario. Y dice además:
      Señor perdónalos porque no saben lo que hacen. Diego Pablo en ti confío.

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  1. Lo que menos me gustó fue que el equipo se descompusiera en los 15 últimos minutos de la primera parte donde se pudo haber perdido el partido.
    Pero en la segunda parte salió a flote aquel espíritu luchador y sufridor del Atleti de aquellos años 70, por momentos vi a De Paul convertido en Adelardo y se me aparecieron las imágenes de la batalla de Glasgow.

    Hay que mejorar todavía en el aspecto defensivo de todo el equipo, para tener la misma seguridad que hace apenas tres temporadas.
    Diego Simeone, por más que algunos lo nieguen, es el que mejor conoce a la plantilla y sabe mejor que muchos lo que esta necesita. Son diez años ya al frente del equipo, para disgusto de la Caverna y de sus seguidores.

    En pocos días viene otro examen difícil, hasta ahora el Atleti nos ha dado una de cal seguida de otra de arena, espero que en este próximo partido el comportamiento del equipo esté a la altura.

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  2. La felicitación que nos damos va especialmente dirigida para los dos mil que lo vivieron en Oporto.

    Me sigue resultando pasmoso que se le permita seguir jugando en categoría profesional a ese perturbado mental con careto y actitud de lo que es, psicópata. Aunque en este mundo de perturbación global, todo es posible.
    Supongo también que al penoso árbitro de ayer, con sus dos ridículas expulsiones de jugadores de campo, le podrán premiar con unas semifinales o cualquier cosa por el estilo.

    En algún sitio he leído que Abel había comentado que prefería para la jornada de ayer que el Atleti necesitara la victoria y no le valiera solo con un empate. Comparto esa opinión.

    Las dos paradas antológicas de Oblak, cruciales. El gol de Griezmann, el de uno de esos pocos jugadores que lo tienen, el gol quiero decir, combinación de instinto, olfato, don de la oportunidad y suerte, la de estar en el sitio y momento oportunos. Y el golazo de Correa, sencillamente impecable. No se puede conducir ni definir mejor. Es el gol que he visto tantas veces encajar en nuestra portería en muchas grises épocas de impotencia, cuando un jugador rival se iba de todos nuestros defensas y la clavaba en el ángulo donde el portero no podía hacer nada. Bien por Angelito.

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