El Atleti se quedó fuera de todo en Europa por primera vez en once años de cholismo. Le hubiera bastado con el empate en la última jornada en la visita a Oporto: perdió. En un grupo con los portugueses, Brujas y Leverkusen ha quedado último, no tendrá cabida en la UEFA Europa League y tendrá por delante una extraña temporada en la que semana a semana, cuando se reanuden las competiciones tras el mundial, le será recordado su fracaso. Con todo, tal vez no sea esto lo más grave de la situación, y eso sí que es una medida cierta de la verdadera dimensión del fracaso. El Atleti está fuera de todo, incluso de sí mismo.
Será difícil rescatar de la memoria un partido más infame en la era ‘cholista’, un partido en el que el equipo se jugaba la vida, venía advertido después de una vergonzante derrota en Cádiz, un partido que en seguida tenía dos a cero en contra y gracias, pue podría haber estado perdiendo por un saco de goles en el primer cuarto de hora. Los jugadores salieron como si no supieran quién es Simeone, lo que representa, lo que no se le puede negar a un equipo al que él entrena. El medio campo, con Witsel, De Paul, Saúl y Correa, fue un esperpento, lento, dubitativo, abúlico. La defensa recibía a los delanteros del Oporto con alfombra de terciopelo, nunca la pareja Savic-Giménez estuvo tan disminuida. Ni siquiera Reinido parecía Reinildo y como resultado de todo eso el Oporto parecía un avión supersónico frente a un Atleti irreconocible.
Oblak fue el hombre del partido, sostuvo el marcador y evitó una vergüenza mayor, un resultado abultado y humillante. En la segunda mitad Simeone metió a Carrasco y Cunha, sacó a un Joao inédito que había recuperado la titularidad para nada. Mejoró el partido, el Atleti se acercó un poco al gol, pudo acortar distancias, pero también pudo recibir un castigo mayor en las contras del equipo albiazul, porque lo cierto es que parecían juveniles jugando contra fornidos profesionales. Ni una pelota dividida, ni una disputa, ni un duelo ganado. No había convicción, había cabezas bajas, lamentos anticipados. Solo Rodrigo de Paul sostuvo el carácter en el medio, solo Griezmann parecía dolido por aquella situación aberrante, pero con aquello no alcanzó. En el último minuto, a la salida del córner, el resultado quedó maquillado con un dos a uno que no refleja un partido que fue una afrenta, un motivo para romper todo y empezar de cero. La tarea a la que enfrenta Simeone ahora es la mayor de toda su trayectoria aquí, porque nunca su espíritu se vio tan desdibujado sobre el césped. Nunca como en Oporto el Atleti estuvo fuera de todo, incluso de sí mismo.
Foto: Getty Images
2 noviembre, 2022
Once años después el Atleti vuelve a ser el que conocimos hace años los que ya peinamos muchas canas, es imposible hacerlo peor, un equipo irreconocible, es hora de que empiecen a pedir responsabilidades a los jugadores y al entrenador y a poder ser por este orden.
Hay jugadores que no quieren saber nada del equipo y para nada se debe contar con ellos( mirar las imágenes de ayer una vez terminado el partido)no existe la competitividad en muchos de ellos y así no hay manera de sacar esto adelante.
Por último el entrenador, responsable máximo del mal juego del equipo y de la eliminación de Europa.
También los dirigentes tienen su culpa en este desastre, no basta con llevarse las ganancias hay que planificar las temporadas bien y al mismo tiempo invertir en jugadores de clase.
El domingo en el Metropolitano la afición mostrara su enfado y al final de la temporada será el momento de sacar las conclusiones definitivas.
Aúpa Atleti
2 noviembre, 2022
Toda mi vida he ido a contracorriente. Quizá sea esa una de las razones del porqué el Atleti me escogió como hincha. Así que ahora que pedir la cabeza de Simeone supongo que es la tendencia, es cuando no la pido. Ir contra la masa, aparte de divertido, suele ser lo inteligente.
Que se armen para ganar los partidos que queden antes del mundial de la vergüenza, y sobre todo, el de Copa. Y durante la infamia catarí, a reorganizarse como puedan. Eso sí, dos son mis peticiones que nadie atenderá. Que no vuelva jamás el tal Ortega, alias «el profe», vaya usted a saber por qué, porque me resulta imposible pensar en un preparador físico que consiga tener siempre en peor forma a mi equipo que al rival. Y que larguen de una vez al inútil de Savic, que cuando no estaba tan acabado ya era un gafe y un mal central, que nunca lideró ninguna defensa, que en la undécima Liga, Felipe fue mucho mejor y más decisivo que él (también Hermoso) Y que ahora que afronta el final de su olvidable carrera, no debería optar ni a 5° central de un 2° división.
Y puesto que Giménez es un lesionado crónico y nunca llegó a ser el central que todos soñamos que sería, ¿es que nadie ve en el Club, que ése es el principal puesto a reforzar, me da igual si con alguien de fuera o de la casa? No he visto jugar nunca al B. No soy ni tan forofo ni tan adicto al fútbol, pero es imposible que los centrales del B no sean menos malos que Savic.
3 noviembre, 2022
Entiendo que cuando ganamos las ligas pedías la destitución de Simeone, por lo que has expuesto. Ideas peregrinas tienes amigo, para mi que no has leído lo que has escrito.
2 noviembre, 2022
Me temo que los jugadores le están haciendo una cama a Simeone.
Quizá, al rondar la treintena unos cuantos, les pesa ya el duro ritmo de entrenamientos y quieren a un entrenador más blandito. Quizá alguno o algunos, creyéndose figuras, prefieren el «jogo bonito» de la caverna. Sea lo que sea es preocupante porque los jugadores son los que quitan a los entrenadores.
Once años al frente del Atleti y dando guerra, escuece mucho en la acera de enfrente, de ahí que desde hace años su intención sea la de generar discordia y dividir a la afición.
Y esa afición que compra el discurso y llama cholistas de forma despectiva a otra parte de la afición, es la misma que pedía un cambio de sistema de juego porque se aburrían en los partidos, es la misma que envidia al realmadrí por sus títulos y que piensa que el Atleti está a su mismo nivel económico y es la misma que se quejará cuando el Cholo no esté y las cosas sigan igual o peor.