De cero a cien en quince años

Comenzó como un amor adolescente, en un recién estrenado siglo XXI. Por entonces, como canta Sabina, «se masticaba en los billares que el Atleti había bajado a Segunda»… Cañizares lloraba amargamente su segunda final de Champions consecutiva perdida, en los penaltis… el Alavés caía en una increíble final de la UEFA ante el Liverpool (5-4)… en el cine se estrenaba «Los otros», de Alejandro Amenábar… y en política el Gobierno de José María Aznar aprobaba las polémicas reformas educativas de la LOU y la LOCE.

UN NIÑO PECOSO NOS ENAMORÓ
Aún no lo sabíamos, pero entonces el mundo era joven. Enormemente joven. Estábamos pasando el peor momento de nuestras vidas y entonces vino él.Un Niño pecoso, extremadamente delgado y tímido, y con un flequillo rubio y afilado. Y nos enamoró locamente. Después de la primera cita, un 3 de junio del 2001 en Albacete, le bastaron quince minutos para conquistarnos. Y estuvimos quedando sin descanso durante más de seis años.
Todavía recuerdo la primera vez que le vi en televisión, en Telemadrid.Sólo faltaban dos jornadas para el final del curso, pero ante la pregunta del presentador, el Niño no dudó: «¿Subimos?» -«Seguro», respondió con un brillo en los ojos que aún conserva.

LAS PRIMERAS CITAS
Solíamos quedar sólo los domingos (por entonces teníamos vetado lo de salir fuera entre semana…) y cada día que cogíamos el camino al Manzanares lo hacíamos con la ilusión de verle sólo a él. El único por el que éramos envidiados y conocidos mundialmente. El único que nos despertaba una sonrisa en los malos momentos. El único por el que se podía soñar con tenerlo todo. Alguien con quien producía orgullo pasear a su lado.
Todavía recuerdo con nitidez todas y cada una de nuestras primeras citas.Como la primera en el Calderón, con apenas 17 años, el 25 de agosto de 2001 (contra el Jaén). O la primera ya en un restaurante de lujo (en Primera), el 15 de septiembre de 2002 (contra el Sevilla, de cabeza).
Y así hasta 91. En Tarragona. Tuvo que ser precisamente de penalti. Algo que define otra de sus grandes virtudes: la testarudez para lograr lo que se propone. Ya que era una suerte que se le estaba resistiendo por entonces.

UNA BRONCA MUY GORDA, Y LA RUPTURA
Ésa fue la última. Una semana antes habíamos tenido una bronca muy gorda, de las que hacen historia, provocada por un grupo de catalanes (el 0-6 ante el Barça) y desde entonces ya no levantaste cabeza. Hacía mucho que sabía que no te gustaban los amigos de los que te rodeaba cuando salíamos en público; que pensabas que no estaba invirtiendo lo suficiente en ti; y que cada vez que hacíamos balance se veía que lo nuestro no funcionaba.
Así que un 4 de julio de 2007 nos citaste a las diez de la mañana para decirnos que nos dejabas. Era pleno verano, pero mi recuerdo es el de una sala gélida como un témpano, llena de gente, y aún siento cómo se respiraba la tensión en el ambiente cuando te vi entrar.
«Nunca he mentido. Siempre he dicho que mi idea era seguir y que cuando tomara la decisión de marcharme lo diría y aquí estoy», fue tu frase que se me quedó grabada como un puñal en lo más profundo del corazón.
Fueron muchos los que dijeron que fueron «tus padres» los que te obligaron a dejarnos, pero yo siempre pensé que nadie te puso una pistola en la cabeza para que te marchases. Así que no pude perdonarte. Pero tampoco olvidarte.

GUIÑOS EN LA DISTANCIA
Tras muchos años de relación siendo un buen novio, sin flirtear con otras y siempre volviendo a casa te fuiste con otra. Una chica más rubia, más guapa, que además sabía inglés y te daba la posibilidad de irte más de ‘Copas’… y hasta más tarde.
a tu hora,
Con el paso de los años, vi cómo nos hacías guiños desde la distancia. Una bandera con nuestros colores sobre un autobús después de un viaje que hiciste a Austria y Viena; una bufanda con nuestro símbolo junto a una pieza de oro que lograste en Sudáfrica; y una camiseta con nuestro número: el 9…
Mientras tanto, conseguía cumplir otra de tus frases lapidarias del día de tu despedida: «Que los que vengan consigan llevarte donde yo no he podido».
Y sí, conseguí éxitos y tuve bastantes noches de alegrías. Pero jamás dejé de mirar tus redes sociales para tener noticias tuyas y saber cómo te iba por las islas.

SIETE AÑOS DESPUÉS, QUISISTE VOLVER
Tras mucho tiempo imaginando que ese momento llegaría, y después de unos meses en los que el rumor cobró fuerza, un domingo de primeros de enero me dijiste que querías volver conmigo. Quedamos a orillas del Manzanares, como siempre, y nos llenamos con nuestras mejores galas para recibirte.
He de reconocer que estaba reticente, temeroso. Había pasado mucho tiempo. Demasiado. El dolor ya quedaba lejos, pero como mínimo tenía que hacerme el duro y no recibirte con los brazos abiertos.
Sin embargo, no pasaron ni dos semanas para que me hicieras un doblete en ese sitio donde más morbo nos daba. Empezamos sólo con la puntita, pero esa noche la metimos entera.

Y LLEGÓ LA CITA CIEN
Y así llegó el pasado sábado. Los últimos cuatro meses habíamos atravesado un bache, con algunos momentos muy duros, y eran muchos los que ya proclamaban nuestra ruptura definitiva. Otra vez. Después de haberlo intentado de nuevo. Cuando ya parecía que lo nuestro sería para siempre.
Sin embargo, el sábado llegó nuestra cita cien. Fue a última hora, tras un par de intentonas fallidas, y cuando ya parecía que habría que esperar otro día para celebrar nuestro centenario.

Y VOLVISTE A TUS ORÍGENES
Fue en una gran fiesta, con más de 40.000 personas puestas en pie para celebrar ese momento,latiendo los corazones de todos como si fueran sólo uno. El nuestro. Como si el tiempo no hubiera pasado. Como si de verdad en ese momento estuviera pasando algo realmente grande.
Y en ese momento culminante, cuando otros sólo sacan abdominales para salir en la foto, tú te acordaste de tus raíces, de tus valores más arraigados, esos que jamás olvidaste, y te fundiste con ellos en un abrazo (con Manuel Briñas, el hombre que le descubrió para el Atlético de Madrid con sólo diez años) para demostrar al mundo que, al fin y al cabo, ni los años, ni la distancia, ni un mundo que cada vez se ha convertido más en un negocio carente de sentimientos… nada, te había cambiado.

YA SÓLO QUEDA UNA FRASE…
Ya son cien citas, Fernando. Quince años. Pero todavía recuerdo la primera como si hubiese sido ayer. Ya sólo queda cumplir otra de esas frases tuyas que se quedaron grabadas antes de que nos separásemos: «Lo más importante es estar donde realmente estés a gusto y conseguir títulos donde de verdad los sientas». Vamos por ello, Fernando. Porque a veces en la vida, la fuerza del corazón, lo puede todo.

PD: La cita cien se produjo en un Atlético de Madrid 3-1 Eibar en el que también marcaron Giménez y Saúl. Pero todo quedó eclipsado por una historia de amor en el minuto 91…

Autor: José I. Fernández

Periodista. Autor de la biografía autorizada de Diego Godín. Jefe de prensa del Ayuntamiento de Parla. Siempre en la lucha por no bajarse de la rueda. Ah, y del #Atleti.

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