Respeto al capitán

Cuando alguien habla de Jorge Resurrección, mi cabeza siempre se remonta a aquella mañana de septiembre del 2009. Mi hermano y yo habíamos cumplido diez años recientemente y mi padre nos había llevado a Majadahonda para celebrarlo. Pueden imaginarse lo que significaba para un niño tener tan de cerca a sus ídolos. Una vez pasado el tumulto de la salida, nos sentamos en un bar a desayunar. De pronto, un joven chaval apareció por el parking del Cerro del Espino con su neceser en la mano y su tímido caminar. Mientras el chico esperaba a que lo recogiera su madre, mi hermano y yo nos miramos para sondear la posibilidad de pedirle una foto. Por vergüenza, concluimos que una instantánea con aquel canterano no merecía tanto la pena.

Este fin de semana, ese canterano se convertirá en el futbolista con más partidos en la historia del Atlético de Madrid. Quién se lo iba a decir a ese crío de diez años cuyos ídolos duraban dos o tres temporadas. Por entonces, los 553 partidos de Adelardo eran una cifra marciana, inalcanzable para cualquiera de los mortales. Pero ese joven vallecano no era uno más. Días después de aquella inexistente interacción, Jorge Resurrección saltaba al césped del Camp Nou con el dorsal ’42’ y el nombre de Koke a la espalda. Nadie podía imaginar entonces que ese muchacho pasaría a ser una de las mayores leyendas de la historia del club. El bueno era Keko, ¿lo recuerdan?

Y es que la carrera de Koke Resurrección es la de un futbolista eternamente infravalorado. Es el precio que hay que pagar por ser el ‘one club man’ del Atlético de Madrid. ¿Se imaginan lo que se diría de un jugador madridista que llevara las mismas asistencias que Iniesta en Liga con casi 100 partidos menos? ¿Pueden hacerse una idea de lo que representaría esa figura si fuera el jugador con más partidos en la historia del Real y el segundo capitán de la selección española? Seguramente, se lo figuran.

Pues eso es Koke. Sus botas han pulverizado, uno a uno, todos los registros históricos del Atlético de Madrid. Podría acabar su trayectoria mañana, que ya no habrá nadie a su altura aquí. Su palmarés y trascendencia superan, por mucho, al de algunos clubes. Resulta irónico que los hinchas de esos equipos vengan en masa a mofarse de él. Ni qué decir de aquellos pseudoatléticos que se permiten el lujo de menospreciar a su capitán sin ruborizarse.

El pasado sábado, Koke alcanzó la cota más alta en el Olimpo del Atlético de Madrid. Probablemente, ninguno de nosotros volvamos a presenciar algo semejante. Solamente por eso, el ‘6’ ya merece todos los honores. Sin embargo, a estas alturas, uno ya no demanda pleitesía para el capitán. Basta con exigir respeto. Respeto para una leyenda inigualable en la Historia del Atleti. Respeto para un canterano que se quedó cuando la mayoría decidieron marchar. Respeto para un jugador de culto que, bien o mal, siempre dio la cara por la camiseta. Por eso hoy te celebramos. Enhorabuena, capitán.

Autor: David Gómez

Alcarreño. Adicto a la buena música y a la escritura. Estudiando y haciendo periodismo con un micrófono y un papel. Esclavo de una pasión llamada Atlético de Madrid.

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