El partido ante el Celtic venía precedido de toda la mística del 74 y el Atleti decidió honrar a su Historia jugando con un uniforme similar al que los Panaderos, Ovejero, Ayala y compañía usaron para librar la batalla de Glasgow. El gesto no fue bien interpretado por la prensa local que calentó el ambiente de una manera grosera con portadas insultantes. No era necesario, porque la atmósfera de Celtic Park fue eléctrica, espectacular, y lo hubiera sido en cualquier caso. Apenas cerrando los ojos uno podía revivir aquel partido mítico en el que el fútbol era todavía un ejercicio de pureza tan alejado del inmenso negocio que ahora es. Mirando a Koke puede verse a Adelardo, increíbles los guiños del destino, escuchando la tribuna era sencillo imaginar cómo sonarían las viejas gargantas escocesas con cada tropiezo de Jimmy Johnstone en aquella inolvidable noche de abril de hace ya casi cincuenta años.
Pero al abrirlos uno podía ver un fútbol muy diferente, un juego rápido, en el que casi antes de empezar ya ganaba el Celtic, por un desajuste en la izquierda que permitió que el equipo escocés entrase en el área con inusitada facilidad. Javi Galán dio signos evidentes de no estar listo para partidos de calibre. Esa noche se entendió de alguna manera la resistencia del Cholo, que no regala ni uno, a entregarle minutos durante la temporada. Se rehizo el Atleti y en cuanto conseguía combinar tres pases en el medio de observaba una tremenda superioridad, daba la sensación de que podría con aquel partido, que era fácil desactivar el ambiente. Por la derecha entró como un puñal Molina y acabó provocando un penalti que Griezmann se encargaría de convertir en gol tras recibir franco el rechace de Hart y de la madera, que habían malogrado la pena máxima.
El Celtic golpeó de nuevo, por la izquierda de Galán, que hacía agua en cada achique, se le veía nervioso, sobrepasado, bastante desubicado en defensa, en teoría su principal virtud. Por ahí llegó el gol de Luis Palma, un hondureño haciendo un gol al Atleti para un equipo escocés. Cosas veredes amigo Sancho. En la segunda mitad Galán y Saúl dejaron su sitio a Llorente y Riquelme y el partido se ajustó a lo que debería ser. El Atleti impuso su tremenda superioridad, empató con un golazo de Morata, que prolonga su racha, y se disponía ya a ganar el partido de una manera muy clara, reduciendo al Celtic a su área, empujándolo contra su portero. En el ambiente flotaba el tercero, pero el fútbol está lleno de cosas extrañas, tal vez apareció el fantasma de Babacan, o el del pelirrojo, e hicieron que una faltita de De Paul en el ochenta dejase al Atleti con uno menos. Desde ahí, todo se desinfló, sonaron los ecos del pasado, los fantasmas agarraron el empate y dejaron claro que en un mundo de negocio y de diferencias que parecen insalvables, este deporte todavía guarda refugios en la memoria, cuestiones insondables que nos hacen seguir creyendo en él.
Foto Getty Images
28 octubre, 2023
que gran artículo, me gustó mucho, no me pierdo ni uno