Una noche cualquiera

Esta cuarentena está siendo un quebradero de cabeza para todos. Por mucho tiempo que haya pasado, muchos hemos sido incapaces de adaptarnos a esta nueva forma de vida alejada de la tan poco valorada libertad que teníamos. Es por ello que no son pocos los que han experimentado estos días una serie de sueños extraños que han sido comentados en redes sociales. Los expertos, afirman que esta serie de “anomalías” en el sueño se deben al estrés producido por la situación en la que estamos inmersos. Algunos son tan reales que cuesta pensar que sean fruto de nuestra imaginación.

Hace una semana, cuando estaba a punto de caer dormido, se me presentó alguien. Al principio me asusté, estaba sentado en mi silla de escritorio, junto al ordenador. Era delgado, con algunas entradas y tenía un pronunciado bigote. Después de reponerme del sobresalto lo miré e intenté saber quién era aquel misterioso personaje y, sobre todo, que hacía ahí a esas horas. Me dijo que no tenía demasiado tiempo y que me pusiera a escribir lo que me iba a contar. Se presentó, muy cordialmente, como Eduardo, Eduardo de Acha. El nombre me sonaba, aunque con el sueño mi capacidad para pensar se veía ralentizada. Lo primero que me dijo es que accedía a este medio para contar una historia, que pasaba de darle la exclusiva a otros diarios que siempre nos ningunean y que estaba seguro de que esto lo iban a leer los verdaderos amantes del Atlético de Madrid. Empezó entonces a detallarme una historia que ya conocía pero que escuchada de su boca parecía aún más fascinante.

Una historia de pasión, amor a unos colores y lealtad eterna. Tras ese inciso me contó algo novedoso, algo que nadie se imagina y que era el verdadero motivo de su visita. Resulta que llevaba un tiempo “reclutando” gente por allí arriba. Muchos de los cuales se reúnen en el Tercer Anfiteatro los días de partido y con cierta pena narraba como el número de abonados había crecido bastante estos días. Uno de los últimos en subir fue Radomir Antic para echar una mano a D. Luis. Entre los dos han decidido animar aquello un poco y han empezado a hacer pruebas para montar un equipo. Peiró y Capón han sido los últimos en llegar y los primeros en apuntarse a la iniciativa. Don Vicente Calderón ha querido darles un lugar donde jugar y ha dado la orden de construirles un Estadio. Don Eduardo se emociona al contarlo, la totalidad de atléticos han arrimado el hombro y han votado a favor de la propuesta. Los más veteranos han empezado a sembrar el césped, del Retiro por supuesto, y en el fondo sur se ha instalado la vieja gradona del Stadium Metropolitano en la que varios frentistas ya han empezado a coser telas y colocado varias cartulinas para darle un color especial el día del debut. Los córners están abiertos y entra bastante frío pero nadie quiere cerrarlos. Hasta han reproducido el juego de luces del Nuevo Metropolitano cuando dicen las alineaciones.

A Don Eduardo se le acaba el tiempo, por ahí arriba tienen Junta de Socios y tiene que estar presente. Antes de irse me deja un último recado, que escriba un texto explicando la iniciativa y que mande un abrazo, de esos de gol, a todos los familiares de los nuevos abonados. Que les diga que por ahí arriba van a estar bien y no van a perderse ningún partido. Cuando está a punto de salir me pide una última cosa: que jamás olvidemos su legado y sigamos haciendo Atlético de Madrid. ***Con cariño, por todos los nuestros que nos han dejado.

***Con cariño, por todos los nuestros que nos han dejado.

Foto: getty images

Autor: Marcos Martín

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