Esta tarde, el Estadio Metropolitano despide a Luis Suárez. El mejor delantero del siglo dice adiós a la hinchada del Atlético de Madrid después de dos cursos plagados de momentos memorables. Y es que los 81 partidos del charrúa con la camiseta rojiblanca no han dejado indiferente a nadie. El ‘Pistolero’ llegó a la capital de España con el propósito de redimirse por su traumática salida del Barcelona. 34 goles y una Liga después, el ‘killer’ uruguayo dejará el cuadro colchonero como historia viva del club. Sus 21 dianas en Liga el pasado año resultaron determinantes para que los hombres de Simeone se alzaran con su undécimo campeonato doméstico. Ni siquiera su bajón en esta campaña le ha impedido erigirse como el máximo artillero del equipo junto a Ángel Correa.
«Déjenme un espacio acá, que quiero marcar la historia». Esa fue la primera frase de Suárez al entrar en el nuevo museo del Atlético de Madrid. El delantero de Salto contemplaba uno de los murales en los que se veían las mayores gestas conseguidas por el club en su historia. La frase podía resultar un tanto presuntuosa para un futbolista que venía de ser descartado por el Barça. La tendencia del Atleti no era mucho mejor. El equipo venía de firmar su peor temporada de la era Simeone, muy lejos del Real Madrid que había conquistado la Liga. Como si de un cuento de hadas se tratara, ambos caminos estaban destinados a cruzarse. El único destino: ganar.
La simbiosis entre Luis Suárez y el Atlético de Madrid fue perfecta desde el primer momento. El uruguayo firmó el mejor debut de un delantero colchonero en todo el siglo con dos goles saliendo desde el banquillo. Lo que vino después fue una lección de jerarquía. Encomendado a la pegada de Suárez, el Atleti se agarró al liderato de la Liga y no lo soltó nunca. Sus condiciones físicas no le permitían grandes alardes, pero el uruguayo presumía de una eficacia a la altura de sus mejores años de fútbol. Sus goles entre diciembre y febrero ayudaron al equipo a acumular una renta que sería decisiva al final. Y en mayo, llegó el éxtasis. El ‘Cholo’ predicó la zona Suárez y Luis respondió. Con Osasuna, marcó el gol de la remontada. Con el Valladolid, certificó el título. Entre lágrimas, el uruguayo se había ganado su hueco en la historia. Tenía que ser él.
Suárez no necesita una placa para ser considerado leyenda, como tampoco la necesitaron Falcao o Villa. Él trajo al Metropolitano el único metal que importa: el de las copas. Llegó con una misión y la cumplió con creces. Rindió por encima de lo que su físico le podía dar. Y cuando su cuerpo dijo basta, se comportó como un tremendo profesional. Por eso, este domingo, Luis se merece una despedida a la altura de su grandeza. No tengo ninguna duda de que su gente responderá. Hasta pronto, ‘Pistolero’. Gracias infinitas.