En el Vicente Calderón, a lo largo de medio siglo, el Atlético forjó una identidad, su afición se agarró a unos valores, que tal vez intrínsecos, se fueron moldeando con el paso de los años a la orilla del Manzanares. Desde la década de los 80, con su nacimiento, el Frente Atlético fue capital en la construcción de esa distinción que acompañó siempre al Atlético de Madrid.
El Atleti siempre ha sido diferente, por muchos factores y uno inalienable es el ambiente que se vivía en un partido en el Calderón. Ese ambiente, no nos engañemos, lo marcaba y construía el Frente Atlético. El grito del Calderón era el Frente, bajo el amparo de su voz, el estadio entero se enganchaba, a veces con más frecuencia, otras con menos, para conformar un aura mágica.
El Frente ha pasado, desde su creación, por muchas etapas diferentes, darían para un buen reportaje, por cierto. Se ha reinventado continuamente y a pesar de los inconvenientes surgidos, la mayor parte de ellos propiciados por una minúscula parte de ellos mismos, siempre ha estado ahí. Porque el Frente también ha sido siempre distinto, a pesar de que mucha gente haya tratado de identificarlo con aquello que lo demoniza. El Frente, para los que llegamos allá la década de los 80, ha sido un lugar donde volcar a golpe de grito toda la pasión que se sentía por el Atleti. El Frente era el Fondo Sur, por más que luego una estúpida valla marcase una frontera.
Ahora, con el cambio de estadio, el Atleti tiene que construir un ambiente nuevo, seguir perfilando su identidad. El Calderón y su ambiente mágico quedaron allí. Poco a poco, el Metropolitano será lo que nosotros queramos que sea y ahí el Frente tiene ante sí su enésimo gran reto. Si consigue arrastrar a la causa de la animación a las siete mil personas que pueblan el Fondo Sur del Metropolitano, si entiende que no todos son ‘ultras’ pero poco a poco puede llevarlos de la mano, el Metropolitano tendrá un ambiente impresionante, ya empezó a verse el día del Sevilla. Poco a poco, sin forzar las cosas, estoy seguro de que lo lograrán. El Metropolitano será el peor infierno de Europa para cualquier rival.
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