Hubo un tiempo, no muy lejano, en que el Atlético de Madrid era sinónimo de mediocridad. Un equipo que deambulaba año tras año por mitad de la tabla, no jugaba en Europa y al que levantar un título le sonaba cuanto menos a utopía. En esos tiempos de decadencia hubo quien se abrazó a un lema, una fe o un dogma con el que pasar mejor el mal trago. “Valores antes que títulos.” Fue sencillo y certero. Entender el Atlético de Madrid como algo trascendental fuera del terreno de juego. Abrazarte a una forma de vida, de no ganar siempre, pero defender a los tuyos a capa y espada. Tu familia, tu equipo y ya si eso después, los títulos.
El último partido europeo en la historia del Calderón la grada recibió al equipo con un gran mosaico: “Orgullosos de no ser como vosotros.” Fue el lema escogido para responder a una clara provocación que se hizo en el Bernabéu aludiendo a las dos finales de Champions perdidas. Una última cuerda a la que aferrarse para no tener que soportar las burlas de compañeros de trabajo, amigos, vecino o incluso familiares que eligieron el caballo ganador, el que todos quieren.
La tarde del Leverkusen puede ser recordada como el principio del fin, o al menos para cierto sector, de ese lema. Viendo cómo reaccionó la grada me da por pensar una cosa, hay quien jamás entendió ese lema. Hay quien compró ese discurso para paliar el chaparrón y tener cobijo, como quien compra un chubasquero de plástico a la entrada del Metropolitano consciente de que cuando llegue a casa y ya no llueva lo tirará.
Lo más grave de todo no es pitar a un jugador o al actual entrenador que te han dado la mejor época de la reciente historia del club, lo bochornoso es pitar a un sector de la grada que se dedica a animar. Lo vomitivo es silbar un cántico de apoyo hacia esas dos personas. Y no, no me vengan con la excusa de que también se pitó a Luis, a Gárate o a Perico el de los palotes. La afición del Atlético de Madrid con la que yo crecí fue la que ovacionó a Fernando Torres después de errar un penalti, la que agotó la camiseta de Juanfran después de hacer lo mismo en una final de Liga de Campeones, la que enmudeció al Camp Nou y coreó nuestro himno mientras el Sevilla festejaba el título en el césped. La afición del Atlético de Madrid que batió récord de abonados en su primera temporada en Segunda División, la afición del Atlético de Madrid que fue una fría noche de invierno laborable a animar a su equipo desde fuera del estadio porque la UEFA se lo había (injustamente) cerrado.
Hoy, con la superioridad que parece que te da la victoria, muchas caretas han caído. Quien se escudó en algo que jamás sintió hoy silba a su equipo. Quien vivió durante años con el complejo y la envidia al vecino, hoy silba. Quien de verdad ha sentido que los títulos, los fichajes millonarios o el ganar por encima de todo era la solución, hoy silba. Afortunadamente aún queda un resquicio a la esperanza, un fondo sur cargado de gente que jamás olvidó el Atleti del que se enamoró y que defiende a los suyos a muerte. Un fondo sur que tiene apoyo en distintos sectores del estadio que aún le hacen a uno mantener la fé en esta afición. Lo siento por los de los pitos, lo siento por los de las carreras en el 80, los de “yo he pagado una entrada/abono” o los de “así no ganaremos nada.” Lo siento muchísimo, se pierden una de las formas más bonitas de vivir la vida. Una forma de vida donde no importa el destino, sino el viaje.
Foto: atleticodemadrid.com
25 octubre, 2019
Todos tienen derecho a mostrar su disconformidad con el juego o con cualquier otro aspecto relacionado, faltaría más. No podemos erigirnos en jueces morales de nadie. Si alguien pita a un jugador, sea el que sea, mientras lleve la camiseta rojiblanca, me parece muy mal, yo no lo he hecho nunca ni lo haré, pero cada cual tiene sus motivaciones y hay que aceptarlo aunque no nos guste.
Muy probablemente, aquellos que pitan, serán los primeros que aplaudan cuando se gane y entonces, todos darán por buenos esos aplausos por muy arribistas que sean.
Por otra parte, que el fondo sur anima es evidente, con más o menos empeño que otras aficiones, pero ahí se termina la cosa, porque ni es referencia ni representa el sentir del aficionado del Atleti.
Se trata de un animoso grupo más preocupado por su notoriedad y por lucir banderas y símbolos que no son precisamente los del Atleti y que, de no mediar la Comisión Antiviolencia, volverían a avergonzar a una buena parte del resto de aficionados y a pisotear la imagen del equipo al que tanto se supone que aman.
La época que estamos viviendo con Diego Simeone es histórica, pero no es perfecta, valorar la situación actual y pensar en su continuidad es lo que debería motivar a unos y otros para replantearse sus comportamientos.
25 octubre, 2019
Suscribo el comentario de Che, ponderado y realista.
Abusamos del melodrama y nos olvidamos del juego, que es lo que tendría que ocuparnos. Sabemos que nuestra pasión nos causa berrinches,alegrías,nos altera el ánimo,el apetito y el sueño,pero es solo fútbol, por favor. Los valores con los que debe conducirse una persona decente en la vida, incluyendo un estadio o cualquier lugar público, no guardan relación alguna con ningún club de fútbol. Sí que es cierto que la proporción de gilipollas entre nuestros vecinos parece muy superior a la que cabría encontrar en cualquier colectivo heterogéneo, pero hacer de la igualmente variopinta afición atlética, o de cualquier otra, un modelo de conducta, me parece presuntuoso y ridículo.
Y hablando del fondo sur, ni son la reserva espiritual del Atlético, ni los guardianes de las esencias, ni modelos de conducta, ni ningún tribunal facultado para sentenciar sobre lo que es bueno o malo. En ese fondo se han alojado siempre aficionados entusiastas, animosos y divertidos, seguro que en una gran mayoría, pero también, y amparados en la masa, una despreciable colección de indeseables delincuentes que nos han avergonzado en no pocas ocasiones. Son dignas de elogio todas las medidas del Club para identificar y expulsar a toda esa gentuza.
Y convendría no olvidar que de esa zona del estadio provino el rechazo a la llegada de Morata, que es el jugador del que acabamos de alabar su sincero gesto de compañerismo con Koke.
Y ahora, después de todo este rollo, a ver quién habla del Bilbao. Aunque a ellos les dé mucha rabia que lo llamenos así, en vez de Athletic. Solo diré que los goles de Raúl García nos hubieran venido muy bien en estos años de sequía goleadora.
12 noviembre, 2019
Tanto Che como Fortuny denotan que no se dejan llevar demasiado por la pasión para abordar, ni siquiera, algo tan poco racional como es el Atleti , pero hacen un ejercicio de pragmatismo, el cual, nos viene muy bien a aquellos que nos solemos dejar llevar por la parte más emocional del fútbol.Os lo agradezco.
Ahora bien, el Atleti, independientemente de quien lo dirija, entrene o juegue es algo más que resultados o títulos: «Compite» con la religión, con el corazón, con el trabajo, con la pareja… Su presencia lo impregna todo, como un miedo que no eres capaz de abordar y no te queda mas remedio que aceptarlo y vivir con él; aunque en el caso del Atleti nos vemos en la necesidad de anunciarlo a todo nuestro entorno para poder sobrellevarlo. Algo que tiene semejante presencia en tu vida no se puede plantear más en términos numéricos que en sentimentales y/o emocionales.
Un abrazo.