Lo que sea, menos pitar al palco

El vigente campeón de Liga saltó el pasado domingo al verde de Villareal con un interior derecho, que vino para jugar como mediocentro defensivo, en el lateral. Con esa frase bastaría para zanjar cualquier debate sobre la planificación deportiva del Atlético de Madrid. Si es que en algún momento ha existido algo así.

La reciente marcha de Trippier en el mercado invernal ha resultado ser un mensaje claro de cara al exterior: El Atlético de Madrid no quiere ser un grande. Mientras desde los órganos directivos se presume de estadio, de luces LED, de expansiones de una, mal llamada, marca y de una futura ciudad deportiva anexa al Metropolitano; a Simeone le han dejado sin una de las piezas clave para la consecución de su último título.

Resulta curioso que cada verano se nos venda, en los mismos papeles y escrito por los mismos periodistas, que el Atlético de Madrid no para de crecer, a la par que se argumenta que sin salidas no puede haber fichajes. Resulta surrealista el mero hecho de insinuar, agosto tras agosto, que el Atlético de Madrid tiene la mejor plantilla de su historia y, en muchos tramos de las temporadas, tenga que recolocar a jugadores para tapar carencias que no se explican desde un punto de vista razonable. Pasó con Saúl, que vio afectado su nivel por los constantes cambios de posición que trataban de parchear los mil y un boquetes que tenía el plantel, y pasará con Llorente, al que ya empezamos a echar en falta produciendo ocasiones de gol cerca del área.

Se marcha Trippier, un jugador que llegó como suplente del Tottenham por un precio aproximado de 24 millones, y que se marcha siendo titular indiscutible del campeón español por la mitad. Nadie entiende como una entidad que se puede permitir el lujo de realizar inversiones en sucursales al otro lado del mundo, regale a una de las piezas clave de su once en el mercado invernal, sin recambio y jugándose su primer título del año en pocos días.

El último movimiento ha dejado tocada la credibilidad y la imagen deportiva del Club ante toda Europa. Se vende el mensaje de que no hay proyecto, que los jugadores pueden estar de paso y que la continuidad de un ciclo ganador hace años que ni se plantea. Eso y que los contratos en este Club son papel mojado que se pueden romper cuando a uno le apetezca.

Nadie dirá nada, los jugadores juegan donde quieren. Menos los que eligen venir, o quedarse. Que le pregunten a Falcao. A Simeone le volverán a construir un equipo para entrar en Liga de Campeones y llegar a octavos de la competición, como así se lleva haciendo una década. Al aficionado exigente le volverá a saber a poco, querrá títulos y no entenderá nada. “Con la plantilla que dicen que tenemos.” Volverán a pedir su dimisión y a aplaudir cada vez que uno de esos telepredicadores de todo a cien les diga lo que quieren oir. Sí, esos mismos que llevan una década anunciando el fin de ciclo del argentino y un lustro trayendo a cierto jugador francés. Lo que sea, menos silbar al palco.

FOTO: 2PLAYBOOK

Autor: Marcos Martín

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1 Comentario

  1. No soy yo defensor de los del palco, pero pensar que ellos son los únicos responsables del desaguisado, no es justo. Todo por no querer culpar al entrenador, que, digo yo, «alguna culpa tendrá·».

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