La identidad perdida

Apenas han transcurrido seis meses desde que el Atlético de Madrid conquistara su undécima Liga en Valladolid. Lo hizo defendiendo unas señas de identidad que se convirtieron en sagradas para la doctrina ‘cholista’: tres centrales, la sociedad Trippier-Llorente, Carrasco como baluarte ofensivo por la izquierda y Correa como acompañante principal de Suárez. De aquellas certezas que llevaron al Atleti a salir campeón no queda prácticamente nada. Sorprende que, en apenas medio año, todas las claves que habían llevado al éxito se diluyeran como un azucarillo. Convendría realizar una reflexión sobre qué ha sucedido para que un equipo ganador se haya transformado en su antítesis más profunda.

Como todo en la vida, un único factor no puede explicar una metamorfosis tan grande. Solo la concatenación de razones puede ofrecer una respuesta al bajón de rendimiento que está sufriendo el Atlético de Madrid durante esta temporada. La primera de ellas es el preocupante estado de forma de jugadores clave. Ni Savić, ni Koke ni siquiera Oblak están cerca del nivel que los llevó al título la pasada campaña. Otros, como Lemar, João o Correa, están sufriendo las secuelas de las lesiones y de la intermitencia de sus apariciones. De figuras como Mario Hermoso o Felipe casi es mejor ni hablar. Los hechos dicen más que las palabras.

Luego está el caso de Marcos Llorente. El mejor futbolista de la 20/21 está siendo víctima de las carencias de la plantilla en el flanco derecho. Parece extraño, pero resulta necesario recordarlo: Marcos Llorente no es carrilero. Tal vez sirva para tapar el boquete que ni un ausentado Trippier ni un ausente Vrsaljko pueden paliar, pero ello implica perder todas las virtudes de un jugador fundamental. Y de aquí se puede deducir otro de los grandes males del equipo en este curso: la mala planificación de la plantilla. Este es un mal endémico que lleva afectando al equipo desde hace años. Sin embargo, este año se ha agudizado especialmente. Donde abundan delanteros, faltan laterales. Hasta entonces, Simeone ha sabido compensar las carencias del plantel. Pero ello no nos puede hacer perder la perspectiva. El equipo está terriblemente descompensado, y eso se nota.

Tampoco se puede soslayar la importancia de las lesiones. El ‘Cholo’ apenas ha podido juntar el once tipo de la temporada pasada en un único partido: el de la 3ª jornada frente al Villarreal. Los que tengan memoria recordarán que fue una de las mejores actuaciones colectivas de la temporada. No todo se puede achacar al ‘Profe’ Ortega. Es justo resaltar la difícil preparación que ha tenido que afrontar el equipo durante este verano. Ningún club ha dado más internacionales que el Atlético de Madrid en España. Si a ello se le suman los constantes parones de selecciones durante este primer tercio de curso, el cóctel se convierte en una mezcla explosiva. El hecho de que no vuelva a haber compromisos internacionales hasta marzo (finales de enero en Sudamérica) supone una bombona de oxígeno para los rojiblancos.

¿Cómo se puede recuperar la senda del triunfo? Vistas las carencias defensivas, individuales y colectivas del equipo, no parece que vaya a ser de la noche a la mañana. Sin embargo, diciembre ya está a la vuelta de la esquina y el tiempo apremia. Porto, Real Madrid y Sevilla esperan en una fase del calendario que puede determinar las aspiraciones del Atleti en lo que resta de campaña. Son tantas las alternativas que maneja el ‘Cholo’ y tan pocas las certezas que posee, que el crono juega en su contra. No será este servidor quien le diga al mejor entrenador de la historia del club lo que debe hacer. Habría que ser demasiado osado (por no decir idiota) para aleccionar a Diego Pablo. Pero invito a toda la parroquia atlética a realizar un ejercicio de retrospección, a recordar de dónde venimos para saber hacia dónde vamos. Hace un año, Simeone se sacó de la chistera un equipo campeón. Tal vez baste con recuperarlo.

Autor: David Gómez

Alcarreño. Adicto a la buena música y a la escritura. Estudiando y haciendo periodismo con un micrófono y un papel. Esclavo de una pasión llamada Atlético de Madrid.

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