¿Se imaginan tener que buscar pareja siguiendo unas directrices familiares? Suena disparatado, ¿Verdad? Pues desde que el colegiado señaló el final del partido en el Etihad Stadium la afición del Atlético de Madrid ha tenido que lidiar con un ente abstracto que lleva en la vida del Club desde que Simeone lo volviese a colocar en el lugar del que jamás debió haberse bajado nunca: El espectador neutral.
Ese es el término con el que los opinadores de todo a cien, que rellenan tertulias soporíferas, se refieren a un sujeto que para cualquier hincha de cualquier equipo debería ser, cuanto menos, un cero a la izquierda. El espectador neutral, ese que igual se pone un partido de fútbol como una etapa ciclista. El espectador neutral, al que ningún aficionado ha visto ni por asomo en los momentos duros de su equipo pero que tiene el suficiente poder adquisitivo como para pagar lo que sea por una entrada para el partido decisivo del año, conllevando esto a la subida de precios y a que los verdaderos aficionados se queden sin poder pasar a través del torno. El espectador neutral, que quiere divertirse. El que paga su cuota de tele por satélite y los sábados tiene la duda de si poner una película de Al Pacino o el derbi madrileño.
Ellos, los que vieron el partido ante el Manchester City con todo el pedido de Deliveroo volcado encima de la mesa y el único objetivo de divertirse, hoy claman al cielo por no haber practicado un fútbol atractivo. Los debates, sanedrines y consejos de sabios con palillo en la boca que tachan de épico o amarrategui los planteamientos en función del color que vista cada equipo, aplauden con las orejas. No faltan micrófonos para aquellos que corroboran la versión oficialista y blasfeman relegando al fútbol a algo tan simple como un espectáculo.
A pocos de esos se les vio comprando la camiseta de Juanfran Torres tras fallar un penalti en Milán y ya les aseguro que ninguno renovó su carnet de socio cuando el equipo descendió de categoría. Desde la zona noble del Club, sin embargo, se sigue defendiendo la idea de que es necesario atraer a ese tipo de gente a rellenar nuestra masa social para poder fichar jugadores y hacer crecer algo que antes se llamaba CLUB y ahora se prostituye como “marca.”
Tras un partido en el que se volvió a ver plasmado una genialidad táctica de la pizarra cholista, el espectador neutral solo sacó una lectura: Fue un partido aburrido. Dio igual el gesto de rabia con el que Pep Guardiola celebró el único tanto que su equipo, el mismo que lleva 23 goles a favor en esta edición de la Liga de Campeones, marcó. Dio igual que las ocasiones de uno de los mejores equipos ofensivos del continente se pudiesen contar con los dedos de una mano a la conclusión del partido. Dio igual que, pese a que muchos de los analistas baratos de tertulia rosa vaticinaran una dolorosa derrota rojiblanca en los días previos al choque, el Atlético de Madrid tenga en su mano obtener el pase en su estadio y junto a su gente. Les da igual todo, a ver si pronto cambian de cadena.
Foto: IMAGO
7 abril, 2022
Y con ellos, el establishment futbolero nacional y su Caverna mediática, que temen como a un demonio que el Atleti repita ese planteamiento táctico.
Ahora que su equipo patrocinado va «lanzado», al Atleti le da por jugar como en sus mejores momentos, aquellos que se le atragantaban, que ponían en tela de juicio a sus galácticos, y frente a los que solo cabía tirar de árbitro para conceder un gol en fuera de juego o pitar un penalti inexistente.
Este Atleti no es como aquel, pero el solo hecho de intentar repetir aquel esquema de juego, habrá provocado que a más de uno le entre la colitis.
7 abril, 2022
Y a los (supuestos) aficionados-caviar atléticos que vaticinan calamidades sin fin.