El deber de decir la verdad

La verdad nunca prescribe. Es una de sus cualidades innatas. Por eso, antes de nada, permítanme una sugerencia: no vacilen jamás a la hora de reivindicarla. No pidan perdón por hacerlo; ni siquiera se justifiquen por ello. No existe nada en el mundo que les impida decir lo que piensan, lo que ven, lo que sienten. Tampoco la UEFA. Eso también incluye a una caterva de juntaletras dispuestos a dictarles, cueste lo que cueste, una versión unívoca y distorsionada de la realidad. Que ningún sicario mediático le cohíba a la hora de contar lo que pasó. Usted puede hacer autocrítica con sus propios defectos, pero también debe señalar los perjuicios que sufre. Un día flojo en el trabajo no ampara que su jefe le pague menos. Créanme: es tan compatible como necesario. Su palabra es la única que puede evitar que esas injusticias caigan en el olvido.

El jueves pasado, al Atlético de Madrid le robaron dos puntos en Valencia por un penalti surrealista. Los gurús del arbitraje se justificaron diciendo que esas acciones se estaban pitando. Debe ser que la repetición de un error termina convirtiéndolo en un acierto. El miércoles, a Felipe lo expulsaron por una acción que jamás pasaría de amarilla. En este caso, las razones fueron más variopintas: que si el marcador ya reflejaba un 2-0, que si el brasileño estaba cuajando un encuentro infame… Como si jugar mal fuera un pretexto suficiente para que te atracasen. Resulta fascinante la facilidad con la que algunos acuden a este argumento para expiar cualquier pecado y obviar todo agravio comparativo. Y no hablo de gente de fuera, sino de aquellos que se erigen como guardianes de las esencias rojiblancas. En ese estigma llevamos nuestra penitencia.

La gota que colmó el vaso llegó hace un par de días cuando a la funesta figura de Mark Clattenburg le dio por abrir la boca de nuevo. Al autor del mayor escándalo futbolístico de la última década no le bastó con reconocer que reanudó el partido sospechando que el gol de Ramos fue fuera de juego, sino que se exculpó a sí mismo arguyendo que el Atleti pudo empatar con el penalti de Griezmann. En otras palabras, el árbitro inglés afirmó que había señalado esa clamorosa pena máxima para compensar. Existe un punto ciertamente cómico en la argumentación de nuestro justiciero protagonista. Si tantas ganas tenía de enmendar su error, ¿qué le llevó a no sancionar las manos de Ramos en la primera mitad?

Por supuesto, en el seno del nacionalmadridismo no han tardado en retorcer el relato del colegiado para blanquear lo que todavía sigue siendo una de las mayores vergüenzas de la historia de la Champions. Naturalmente, los revisionistas del Ministerio de la Verdad han salido en masa para cuestionar si aquella infracción de Pepe merecía tal castigo. Llegados a este punto, este servidor no perderá un segundo de su tiempo en rebatir su delirio. Existen personas que creen que la Tierra es plana o que los humanos no pisaron la Luna, como también hay vikingos que ven en aquella acción una falta de Fernando Torres. El mero hecho de entrar a debatir su relato implicaría otorgarle una legitimidad que no merece.

Sirva este artículo como recordatorio para todos aquellos atléticos cansados de que nadie alce la voz por ellos. Algunos están atados de pies y manos. Otros se encuentran demasiado ocupados consultando la lista Forbes. Y entre medias, cuatro gatos maúllan de forma inocente en los medios. Dos son los bufones útiles del madridismo; el otro par restante, la disidencia controlada. Sin embargo, ese silencio -cómplice o cobarde- no puede tapar la evidencia. Al Atlético de Madrid lo están perjudicando y nosotros lo estamos presenciando. En ese contexto, solo queda su gente para defenderlo. Contra todo, contra todos. Sigamos molestando.

Autor: David Gómez

Alcarreño. Adicto a la buena música y a la escritura. Estudiando y haciendo periodismo con un micrófono y un papel. Esclavo de una pasión llamada Atlético de Madrid.

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6 Comentarios

  1. Si la roja que enseñan a Griezmann en el Metropolitano, ningún medio de comunicación de «tirada» nacional se hizo eco de que aquella sonaba a ser exagerada, luego por como vimos que sucedía la jugada y que posteriormente la misma jugada siendo mas brusca, por usar un termino menos fuerte, la patada de Jota a Trippier que terminó en amarilla, ahora nadie señala que la aplicación de la justicia en dos campos ha sido completamente diferente.
    Que el Liverpool fuera superior en el 65 por ciento de los dos partidos, es a los que se agarran para justificar la poca importancia que han tenido ciertas jugadas.
    Nosotros hemos jugado 90 minutos de la eliminatoria con diez jugadores. Y ese jugador que nos ha faltado entre el tiempo que suman las expulsiones de Griezmann y Felipe, ha venido a través de dos jugadas que en otros campos se han juzgado con amarillas.
    La jugada de Felipe en la mayoría de ocasiones se sanciona con amarilla y en algunos campos con advertencia verbal del arbitro al jugador.
    Luego está la actitud contemplativa que algunos árbitros aplican en ciertos campos dependiendo de los equipos que están jugando.
    En el partido del Bernabéu contra el grupo de brasileños que juegan en Ucrania, conté hasta cinco ¡¡¡cinco!! jugadas que perfectamente pudieron ser juzgadas con amarilla. El arbitro ni tan siquiera por reincidencia del jugador, se atrevió a usar la tarjeta. No hace falta señalar que equipo y que jugadores fueronlosl infractores.
    Y esto a no ser que seas un espectador que no es partidario del equipo infractor, no se contempla.
    Lo de los comentarista raya en la vergüenza.
    Lo del arbitro inglés es encima hasta delito deportivo, que además no prescribe. Ya que la afición del equipo perjudicado, sigue sufriendo la altanería del infractor que se siente orgulloso en la forma en que consiguió su victoria.
    En cuanto a su petición de seguir molestando, tiene su aquel.
    Muchos de los aficionados que tiene el club, este tema para ellos es menor. Prefieren ahondar en hacer critica sobre nuestro juego y las deficiencias que tenemos, que algunas son ciertas, en lugar de reclamar sobre aquello que realmente influye a la hora de ganar una competición.
    La declaración del arbitro inglés, así lo corrobora.

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  2. Totalmente de acuerdo…no nos están respetando….alguien del club debería empezar a decir las cosas claras…no puede ser que seamos de los equipos que menos faltas hacen y seamosxel que más tarjetas nos sacan…basta ya….aúpa atleti¡¡¡

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  3. yoYo nunca he creido en los árbitros, y la declaración de este inglés, ne da la razón.

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  4. Después de ver el arbitraje de Kuipers en la Final de Lisboa, vaticiné que el Atleti no ganaría una Champions mientras se cruzase con el real madrid. Han pasado casi ocho años y los acontecimientos me siguen dando la razón.

    El real madrid es el dueño del negocio (y no solo del fútbol, también del baloncesto) y desde su posición de ventaja influye, condiciona y dirige a sus anchas, con el objeto de levantar títulos que es lo que alimenta a la masa. Sin títulos no hay negocio y el negocio es muy grande para que se pierda.

    Da igual que se llamen Ceferin, Clattenburg, Estrada Fernández, Pedrerol o Fuentes, todos desde su ámbito reman en la misma dirección. Lo penoso es que si profundizamos un poco en la anterior lista de nombres nos podemos encontrar a nuestro conocido Director General y a su Presidente.

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  5. Hola, esto decia Alfredo Relaño en AS el otro día. Desde luego ni el periodista ni el periódico es sospechoso de ser un acérrimo radical del atleti (y conste que no suelo leerlo porque me pesta bastante):

    «que entre los árbitros cunde la comidilla de que Simeone presiona mucho e incita a hacer lo propio a sus jugadores, y que conviene atarlos en corto.»

    https://as.com/opinion/2021/11/02/portada/1635811098_174023.html

    Además de mentirosos malintencionados, está claro que molestamos.

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