Cuando comprendí lo que significaba Torres

Viví los años malos del Atleti y viví cómo Torres era lo único que hacía tener un mínimo de ilusión. Aun así, por algo me hubiera gustado haber nacido tres o cuatro años antes es por haber disfrutado plenamente de la irrupción de Fernando, ver y sentir cómo se convertía en el hilo de esperanza para una afición que había visto cómo el club se había derrumbado en pocos años. Yo viví su liderazgo desde la inocencia de un niño, sin tener en cuenta lo que significaba ni la situación que atravesaba el club para lo que realmente era.

Me acuerdo de su marcha y me acuerdo de sus sustitutos, una época con la que me identifico más, yo puedo afirmar que crecí con el Kun y Forlán en la delantera. Torres simplemente era un recuerdo. También me acuerdo de que le tuve rencor con su marcha aunque a día de hoy encuentro la explicación de que no entendía la magnitud que se le daba a ese muchacho que presumía de ser del Atleti y sin embargo se había marchado al Liverpool por ser mejor equipo.

Ese rencor me duró bastantes años, incluso ya estando en el Chelsea, de poco servían las bufandas y banderas con la selección porque Torres no jugaba en el Atleti y el Atleti había empezado a ser competitivo sin Torres por lo que ahora me costaba entender más la adoración que se le tenía sobre todo desde una generación que además no era demasiada lejana a la mía.Su presentación en el regreso fue un aviso aunque seguía sin sentir de primera mano que aquel jugador fuera lo que decían que era. Daba igual su rendimiento, que durante los dos primeros años fue bastante bueno, sobre todo el segundo. Me alegraban más sus goles por ver que un jugador del Atleti al que se humillaba desde otras aficiones era capaz de ser decisivo que porque fueran goles de Fernando Torres en sí. Yo defendía y quería a Torres porque era del Atlético de Madrid, no porque fuera el Atlético de Madrid.

Sin embargo, hay un día bastante reciente que cambió mi percepción. El 19 de marzo de 2017 fui al Calderón a ver un Atleti-Sevilla a 25ºC, un día perfecto. Ganamos 3-1 con uno de los mejores partidos de la temporada y fue lo de menos. Aquel día me quedé con la imagen del Calderón ovacionando a Torres, no por sus goles, ni siquiera por salir al campo, simplemente por ponerse a calentar. Me chocó y empecé a comprender lo que Fernando era y lo que significaba, lo que había hecho de niño y los motivos por los que se tuvo que marchar. Y comprendí situaciones, comprendí su grandeza, comprendí cómo estando en la recta final de su carrera, era capaz de rendir como el mejor delantero del mundo en los partidos importantes cuando el equipo, su equipo lo necesitaba. Todo eso mirando al pasado. Lo que me permitió valorar su presente, entender su partido de vuelta ante el Madrid en semifinales de Champions. Entender su doblete en la despedida del Calderón. Y entender sus dos goles en su despedida del Atlético de Madrid.

 

Foto: Rubén de la Fuente

 

Autor: Emilio Cabrera

Cañailla afincado en Sevilla y del Atleti. Estudiante de Periodismo

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