Es curioso, pero cuando veo que se acercan partidos frente a rivales desconocidos y de nombre exótico a mí no me da por pensar en goleadas ni en records absurdos sino en nombres, igualmente exóticos, como los de Groningen, Victoria de Guimaraes o Politécnica de Timisoara. Deben ser cosas de la edad. Los más jóvenes del lugar y algunos adultos (como mis compañeros de grada) con esa capacidad inédita para olvidarlo todo con cada bocadillo de panceta, no sabrán de lo que les estoy hablando pero otros muchos sé que sí. Hubo un amplio periodo de nuestra historia en el que no todo era de color de rosa y que tener un equipo «exótico»enfrente era sinónimo de aventura de terror. En estos tiempos contemporáneos, repletos de inmediatez y saturados de egoísmo, en estos momentos en los que, arengados desde las ondas hertzianas y dirigidos por las plumas digitales, se organizan ejércitos de orcos en busca de la caza mayor que supone Simeone, conviene recordar, otra vez, de dónde venimos. Desde la llegada del argentino los únicos equipos que eliminan al Atleti en las competiciones del KO son Madrid o Barcelona. O eso o ganamos la competición. A ver quién puede decir lo mismo.
Deben ser cosas de la edad como digo, pero me parece repugnante que el community manager del Atlético de Madrid apele a las goleadas históricas minutos antes de empezar un partido de Champions frente a un equipo desconocido y en apariencia inferior. Repugnante, gratuito e insultante. Me consta que una gran cohorte de tuiteros de avatares rojiblancos (y estilo faunístico) estaban en la misma línea (o peor), la del desprecio gratuito por el rival, pero no me vale como excusa. El representante oficial de una institución debe respetar y defender los valores de la misma y no caer en la complacencia barata, como un vulgar reality show que vive de esparcir carnaza y enseñar las tetas. Una cuenta que represente al Atlético de Madrid en las redes sociales no puede ser tan gañán ni parecerse tanto a los gañanes que tanto decimos detestar. Si no es así, no tiene sentido que exista nuestro equipo. ¿Qué el Astana despreció también la competición llevando un equipo de circunstancias? ¿Y qué? Es su problema y no el mío.
¿El partido? Poca historia. El conjunto kazajo, de forma voluntaria o no, fue uno de los más flojos que han pasado por el Vicente Calderón en los últimos años. Ninguna individualidad reseñable, un cierto rigor táctico que, hoy en día, es lo mínimo exigible para un equipo profesional y poca capacidad de mordedura. Quitando un par de tiros lejanos en la primera parte, un par de patadas al tobillo al comenzar la segunda y un par de paradas de Oblak cuando ya estaba todo resuelto, poco más podemos decir del equipo “asiático”.
¿El Atleti? Salió serio, a pesar de la dificultad de encarar partidos así, y las minúsculas dudas iniciales se disiparon cuando Saúl hizo el primer gol. Apenas habían pasado veinte minutos pero todos sabíamos que el partido había concluido. Desde ahí hasta el final los dos equipos se pusieron a medio gas y dejaron pasar el tiempo sin hacerse demasiado daño. Hubo tres goles más (Jackson, Óliver y un tal Dedechko en propia puerta), pero les aseguro que pueden considerarse un mal menor para los kazajos.
Tres cosas positivas con las que me quedo. La primera, sin duda, la ilusión que genera Yannick Carrasco. Más allá del halo de excentricidad que pudiera rodear su figura hasta este momento, creo que estamos en condiciones de afirmar que tenemos jugador. Un gran jugador. Rápido, interesante técnicamente, valiente, dinámico y con unas ganas por comerse el mundo que no veo en algunos de sus compañeros. Me gusta Yannick. Creo que puede dar muchas tardes de gloria a los colchoneros y creo también que ahora mismo es titular en este equipo. Segunda, Correa. Aquí sí que no tengo átomo alguno de duda. Jugadorazo. Un tipo de apariencia frágil que tiene un talento muy por encima de la media, unido a una personalidad impropia de alguien tan joven. Combinación ganadora. Quiero verlo siempre en el campo y no me importaría nada una delantera con Griezmann por delante y él por detrás. Tercera, la celebración del gol de Jackson Martínez. Un tanto feo y con algo de suerte, que quizá sirva para poner punto y final a una racha desoladora, pero que sin duda ha servido para comprobar cómo el colombiano es un tipo querido en el vestuario y cómo la plantilla, unida y compacta, está con él. No dio la sensación de que fuese una pose y eso me gusta. Creo que los grandes hitos deportivos se construyen sobre cosas tan efímeras y aparentemente irrelevantes como esa.
Deben ser cosas de la edad, pero sigo sin lanzar las campanas al vuelo. Sigo inquieto por cómo evoluciona el equipo de esta temporada y sigo en guardia por ver cómo se despejan las incógnitas de una ecuación que continúa muy viva. Pero es indiscutible que los números nos respaldan (volvemos a encabezar el grupo de Champions) y eso es una gran notica. La mejor. Al final, como siempre, lo más razonable es recurrir a los clásicos: partido a partido.
@enniosotanaz
22 octubre, 2015
Buen artículo Ennios, yo me quedo también con la juventud que tiene nuestro equipo. A Los Carrasco, Correa, hay que añadir a Óliver, Giménez, Griesmanm, Saúl, Oblak, Tranitevir, y otros. Son jugadores muy jóvenes, que tienen un futuro esperanzador, y espero que se queden en el atlético. Se pueden hacer muchas cosas buenas, con ellos y la experiencia de los veteranos como Tiago, Gavi, Torres, etc.