Almacenar los juguetes de los niños

No hay tipo duro que resista ese momento cruel de meter en cajas los juguetes de tus hijos, cerrarlas y arrinconarlas en el trastero, tras años de ver coches y muñecos desperdigados por casa. Hay quien tiene las agallas y el sentido común suficiente para donarlas a una ONG o regalarlas a algún conocido, pero siempre con esa bola en la garganta que se pone cuando sabes que con cada envase has concluido una etapa de tu vida que no volverá, una etapa muy feliz. Mezclando el dolor de amontonar en cajas nostalgias y recuerdos, con la evidencia de que el tiempo va pasando.

Cada imagen de Luis Suárez en el banquillo choca de bruces con el paso del tiempo. Sin una lesión ni un conflicto de por medio, casi sin avisar, igual que sucede en el tránsito de la infancia a la adolescencia, en unos meses el uruguayo ha pasado de ser indiscutible, a ese barco pirata de Playmobil aparatoso y desgastado, que ocupa sitio acumulando polvo en el armario. Posiblemente le quede algún uso, seguro que tiene guardado algún buen rato más, pero serán sus últimos coletazos y en breve todo habrá concluido. Habrá que cerrar las cajas y despedirse.

Sin Luis Suárez no se habría ganado la pasada Liga. Nos dio la contundencia necesaria para vencer, meter goles o insultar a alguien. En una trifulca no te pueden tomar en serio si insultas con un tolili, ni en un partido cuando los delanteros son Morata o Gameiro. Con el uruguayo tuvimos presencia, empaque y la garantía de que, si hacía falta, la concha de la madre de los defensas merodeaba por el campo. Y, a veces, sin hacer falta también. Los adolescentes se apresuran en desmarcarse de los juegos infantiles, queriendo alejarse de la etapa recién acabada. Y en la grada se escucha a los que se mofan de las rodillas o la velocidad de Suárez, como si acabasen de descubrir que lleva años sin ganar una carrera a ningún central de primera división u olvidasen que lo que aportó el año pasado merece un respeto. Que no cuenten conmigo para insultar, reírme o criticar a quien tanto me hizo disfrutar. Estoy incluso dispuesto a mirar para otro lado si le viese indolencia, egoísmo o malos gestos en el banquillo. Porque cuando se llega a la adolescencia siempre se cometen ese tipo de errores. Y, sobre todo, porque estoy seguro de que el tiempo limará las asperezas y que en las cajas, además de los juguetes infantiles, conservaremos los recuerdos de una época muy feliz.

Autor: Pike Bishop

50% de Bishop and Gittes. La mitad legal, concretamente. En esta vida de lo que realmente sé es de bares y del Atleti. Del resto, un mero aficionado.

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1 Comentario

  1. «De bien nacidos, es ser agradecidos». Y los refranes suelen tener razón en la mayoría de las veces. En esta lo es.
    Nunca me ha gustado criticar a los jugadores que conforman la plantilla de nuestro club. Me pueden gustar uno más que otro, pero mientras esté con nosotros siempre será de los nuestros.
    Luis Suarez entendió desde el primer momento al club que venía y ….a la ciudad. Era el forastero. Por usar un símil.
    Que aquí no venia a «saludar» al vecino y a reconocerle los «méritos» si no a ponerle un gol en la red a un portero belga, que por cierto estuvo con nosotros y ahora como si te veo, no me acuerdo. Como lo gocé.
    Y el ultimo de la Liga….ni te cuento.
    Y si suelta algún recuerdo a familiares del rival, eso lo hemos hecho todos y todos nos los han hecho a nosotros.
    Lo dicho, «el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra».
    ¡¡¡¡Uruguayoooooo!!

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