Es fácil sentirte decepcionado cuando uno espera algo con mucha expectación. En el libro de Ennio (Memorias del Calderón, Escritos Contextatarios) no sólo estaba cuánto ansiaba leerlo, se combinaban los ingredientes perfectos: un tipo que escribe bien y al que uno le tiene cariño, la pasión de tu vida y sin duda uno de los símbolos que mejor la pueden representar, el Vicente Calderón. Es fácil sentirse decepcionado, lo realmente difícil, cuando uno enfrenta una lectura de este tipo es terminarla sintiéndose maravillado, reconocido, capítulo a capítulo, emoción a emoción.
Ennio Sotanaz nos ha regalado una memoria sentimental a todos aquellos para los que aquel estadio fue mucho más que un campo de fútbol, una suerte de hogar externo, la referencia que teníamos cuando salíamos de casa, cuando viajábamos, cuando explorábamos el mundo y a nosotros mismos. El Calderón era nuestro ancla, la brújula que nos servía para ubicar tantas cosas. Ennio ha realizado con extrema sensibilidad aquello que muchos no hemo sido capaces de hacer, por pereza, por incapacidad, por miedo. Ha buceado en la memoria para ordenar los recuerdos, explicarlos bien, colocarlos cada uno en la balda a la que pertenece. Leídos todos así, en orden, los puntos se conectan con mucha facilidad. Los puntos se conectan hacia adelante, decía Jobs, y qué cierto es. Por ejemplo, el día de la lluvia, el del orgullo frente a los chubasqueros, no es algo que surja de la nada, ya nos habíamos mojado de una manera similar antes. Todo es una consecuencia, las emociones superpuestas van arrinconando los recuerdos, pero la historia no sucede en balde.
Así, línea a línea, uno va también despertando sus propios recuerdos, que son los mismos y a la vez tan diferentes. Con Ennio me une el hilo generacional, pero además muchos paralelismos que parecerían inventados si los contase. Leía en su vida una versión alternativa de la mía, con muchos conectores comunes. La lectura ha sido una llamada constante a la nostalgia, a todas aquellas cosas que vivimos, que nos conformaron sin darnos cuenta, ha sido una manera de decirnos a todos lo importante que fue aquel lugar en nuestras vidas. Sin duda vendrán otras emociones, y nuevos recuerdos que arrinconarán a los antiguos, vendrán nuevos chicos para los que el Calderón no será sino un lugar de la mitología, como lo es para nosotros el verdadero Metropolitano y por eso es tan importante contar con un libro como el de Ennio. Para acudir a él y recordar, para acudir a él y conocer. Memorias del Calderón es una pieza esencial en ese edificio que cuenta ya con más de un siglo y que es el legado que deja el Atlético de Madrid a todos los que vivimos la vida en rojiblanco. Cómprenlo, colóquenlo en un lugar bien visible en su estantería, vayan a él en los malos momentos, denlo de leer a los nuevos para que la memoria del Vicente Calderón esté siempre con nosotros.