Tomen nota niños

El Atleti celebra el día del niño una vez al año y de un tiempo a esta parte parece como si ese momento estuviese guionizado de alguna manera para que los pequeños, herederos de esta pasión, no se lleven a engaño ya desde el primer momento. En esta ocasión el rival fue el Español y el partido tuvo una secuencia de efectos que a buen seguro harán mella en los pequeños seguidores rojiblancos. El principal es dejar a un lado la indiferencia, acudir a ver al Atlético de Madrid se parece a muchas cosas, tal vez la que menos sea la de acudir a un partido de fútbol.

Simeone introdujo algunos cambios en el once, Vrsaljko al lateral, defensa de cuatro con Lodi dando descanso a Reinildo y Correa en la punta de ataque con Joao. La primera parte fue algo infumable, el único espectáculo que los niños podían distinguir derivaba de ellos mismos, de los colores rojiblancos, de la grada encendida por ese sol de primavera, ¿el fútbol? Conviene aprender que no siempre está, que a veces aparece, que no es más que un hilo conductor sobre el que se cimientan unos pocos valores, una excusa para celebrar una pasión.

En la segunda parte el guion marcaba que había que animar a los infantes, so riesgo de que se produjese un efecto perverso en ellos. Tres cambios de inicio: Carrasco, Cunha y Griezmann relevaron a Lemar, Joao y Vrsaljko. Ya los niños pudieron disfrutar de los uys, los regates, el empuje. Sobre todo por el lado de Carrasco, que fue el hombre del partido. Encaraba, rompía líneas, generaba los desequilibrios necesarios para que el partido fuese otro, para que el Atleti se acercase a la victoria, que se empezó a fraguar en un típico gol suyo, regates buscando posición de tiro y pelota al segundo palo que se convierte en el uno a cero.

El partido estaba controlado, lo pudo sentenciar Correa en un par de ocasiones, pero eso hubiera dejado un guion demasiado fácil. No conviene confundir a los niños en edades tan tempranas. El Atleti es lo contrario a la facilidad. En una jugada aislada, el partido cambió de signo. El colegiado, señor Figueroa Vázquez, parecía un figurante para enseñar a los chicos que sí, los árbitros también están ahí y su función es mayoritariamente a la contra. Una falta inventada, una tarjeta inventada, una expulsión inventada, un gol inverosímil. Partido empatado y con un hombre menos. Entonces sí ya era un escenario reconociblemente rojiblanco.

Hasta el final, adversidad, empuje, fe. De los de abajo y de los de arriba. Unidad. Esto es muy importante para los niños. Luego una jugada extraña, un penalti que el árbitro, claro, no ve, pero ahora está el VAR que nos salva de este tipo de complicaciones de cuando en cuando. La última bala en el último minuto. El gol, segundo de Carrasco. El éxtasis. Esos niños abrazados a sus padres, abrazados a otros niños, exultantes, rebosantes de alegría celebrando un final feliz. Porque el Atleti es alegría. Y sobre todo felicidad. En la victoria, y también en la derrota. Eso ya lo van sabiendo ellos pero cada año, cada día, lo van a recordar.

Foto: IMAGO

Autor: José Luis Pineda

Colchonero. Finitista. Torrista. Nanaísta. Lector. Escribidor a ratos. Vivo en rojiblanco.

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4 Comentarios

  1. Imposible explicarlo mejor. El guión perfecto para que nuestros peques sepan desde el principio lo que significa ser hincha del Atlético de Madrid.

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  2. Precisamente ese ha sido el argumento de uno de los brazos mediáticos de la caverna madridista. «…y los niños, no vieron fútbol…».

    Los gurús que configuran el panorama futbolístico, nos dicen y nos escriben lo que debe ser el fútbol, siempre a través del filtro de blancos.
    Si el blanco mete muchos goles, entonces el fútbol es meter muchos goles, si el blanco juega al contragolpe, entonces el fútbol es esperar atrás y pillar a la defensa rival adelantada, si el blanco corre detrás del balón, entonces el fútbol consiste en gestionar correctamente los esfuerzos.

    Cada vez que salta al terreno de juego un equipo del Cholo, hay fútbol, porque el fútbol es competir en equipo y sin escatimar esfuerzos. Los sistemas y tácticas empleadas dependen ya del gusto de cada uno.

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  3. Y por siaca ya designa Rubi los trencillas mientras cuenta los milloncejos de la comisión

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  4. Hay una frase que retrata al siniestro Bernabéu y a su malhadado club » hay que ganar como sea, aunque sea de penalti injusto y en último minuto «. No, ni mucho menos. No hay que ganar como sea. Eso se llama robar. Hay que intentarlo hasta el final y algunas veces se conseguirá y muchas otras no. Y por descontado que no hay que ganar con un penalti injusto. Me importa una higa lo que diga la penúltima versión del reglamento. Las normas estúpidas e injustas definen a sus perpetradores y es una obligación moral desobedecerlas e ignorarlas. Esto es muy fácil y, efectivamente, se puede aprender desde niño : solo hay que ponerse en el lugar del otro, y si nos pitan en contra a nosotros ese ridículo penalti en el minuto 100, hubiésemos echado humo por las orejas. Ni es voluntaria la mano, ni corta ninguna ocasión de gol, ni lo impide, ni nada por el estilo. En el fútbol de verdad eso no puede ser penalti en la vida. Es un, sigan jugando, y a otra cosa. Saltar con los brazos pegados al cuerpo es ridículo, antinatural y nadie lo puede hacer ni lo hará jamás en este juego ni en ningún otro. Y si de verdad eso es penalti, entonces ya aborrezco no solo casi todo lo que rodea este mundo del fútbol, sino al propio juego.
    ¿Ya no nos acordamos del ridículo penalti que le pitaron en contra a Lemar, no sé ya si fue contra el Elche, en la primera vuelta?
    Otra cosa es que el inepto del árbritro pite mano y tarjeta, y expulse encima, a Kondogbia, en otra acción y decisión para la antología del disparate arbritral. Tras semejante desafuero, que el bueno de Oblak se trague de forma aparentement tan tonta el disparo de la no falta, completa 5 minutos de desastre total.

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