Llegó la Champions y con ella regresó el espíritu enterrado del Atlético de Madrid. El de sus hinchas, entre los que anoche no parecía haber ningún desertor, ningún crítico, ninguno a quien el fútbol le importase una higa. Su afición fue de nuevo una férrea legión que desde fuera a dentro se esforzaba por mostrar al mundo ese espíritu indomable que ha construido su historia. Aferrados a eso, sobre el césped, el equipo hizo un partido impecable al que solo puede ponerse un pero o dos: un desacierto, un resultado.
Simeone sorprendió con el once dando la titularidad a Lodi por delante de Reinildo, que quedaba acostado en el lateral. El medio para Herrera y Kondogbia y la punta de ataque a Joao y Correa, lo que dejaba a Suárez en el banquillo. Parecía una alineación extraña sobre todo por la inclusión del lateral brasileño, que ha pasado de no jugar a hacerlo fuera de su posición natural, inserto en el medio campo. El resultado de eso fue un partido soberbio de Renan, y un centro prodigioso en el minuto cinco que encontró el testarazo de Joao para el uno a cero. El Metropolitano, apenas terminando de recoger el impresionante tifo con el que había recibido al equipo, explotó de júbilo y a través de esa energía positiva se canalizó todo el partido.
El Atleti jugó a sus anchas, presionando la salida de balón, encontrando el robo y la transición rápida, provocando constantes pérdidas en el United, que se encontraba desubicado. Ronaldo era un islote incomunicado, Pogba apenas se dejaba ver opacado por la impresionante sombra de Kondogbia, que parecía un gigante recuperando cada pelota que pasaba por su radio de acción. Herrera canalizaba y Joao y Correa trataban de encarar. Faltaba el último pase, la definición, el dominio era abrumador. Tuvo el dos a cero Vrsaljko en un balón parado, pero la pelota se fue a la madera y el resultado no quiso reflejar lo que se vivía sobre el césped. Poco a poco fueron bajando los decibelios del partido, en la segunda mitad, el cansancio atemperó la presión y ahí encontró el United un poco de respiro, sobre esa calma sujetó su deriva. Cambió a sus laterales, exhaustos y amonestados, y también dio entrada a Elanga, un jovencito que acabó sellando el empate en una jugada rápida donde Bruno Fernandes, con su calidad majestuosa, aclaró el juego a la derecha y Reinilido midió mal. Fue y no llegó, cuando a la vista de la repetición le hubiera bastado con acompañar. Eso dejó al joven jugador del United mano a mano con Oblak, le dio mordida, parecía fácil para el portero, pero la pelota entró. Simeone había movido el banquillo para dar entrada a Griezmann y Lemar, dando descanso a Lodi y Joao, bastante cansados. El francés tiró otra pelota al larguero en el rebote de un córner. Un nuevo gol frustrado que quedará en el recuerdo de esas maderas. Y así, con la sensación de un triunfo arrebatado, terminó un partido que trajo de vuelta al Atleti de las grandes noches. Todo se decidirá en Old Trafford.
Foto: atleticodemadrid.com
24 febrero, 2022
Mi Atleti de siempre, en él me reconozco : grandes méritos, pocos logros.
Lodi de atacante por la izquierda, pues claro, por qué no. Y Llorente por la derecha. Y Hermoso, cuando esté, rematando. Si lo hacen muy bien. No sé si se llama fútbol total, ni me importa, es solo que las cualidades se expresan mejor en su espacio natural.
Y ya, si no se miente, de mentar, al forbes de los cojones, se puede disfrutar a tope de la pasión atlética.
3 semanas se me hacen eternas para esperar la vuelta. ¡Compite igual que ayer, que te quiero, Atleti!