«Papá, por qué todos lloran?» «No lloramos, es que estamos muy contentos y, con el frío, nos sale la alegría por los ojos».
Así andábamos todos después de cantar y celebrar uno de los goles más deseados de la temporada, el cien del Niño Torres en la victoria cien del Cholo poniéndonos a todos a cien y finiquitando los debates de todo a cien de la prensa del duopolio. Casi revienta el Calderón. Era el minuto 90 y todo había sucedido en la segunda mitad. Era el apoteosis en una tarde fría y gris en la que me llevé al Calderón a mis niñas de 7, 6 y 3 años.
Antes del éxtasis del 9 Torres habíamos sufrido una primera mitad que fue un auténtico despropósito. Con una defensa de circunstancias con Lucas -que es central- de lateral y estrenándose esta temporada en Liga. Con Saúl -que es centrocampista- de central. Y con Giménez haciendo de doble uruguayo y Gámez adueñándose de su banda y ofreciéndose en ataque estérilmente. Ni Gabi ni Koke pudieron hacerse con el centro del campo. Thomas y Carrasco estaban desconectados de Griezmann y Correa. Todo eran pelotazos, controles fallidos, un Eibar muy organizado y un truño insoportable que mis hijas toleraron cantando sin mucho entusiasmo, comiendo chuches a destajo y soplando la insoportable trompeta infame que te irrita los tímpanos y la paciencia.
El cero a cero del descanso acabó con algunos pitos y con merecida pitada al colegiado Borbalán, que iba de Piolín. «El señor de amarillo no se está portando bien, le vamos a tener que mandar al rincón del aburrimiento. Se ha comido un penalti a Correa y está dejando que nos agarren y nos empujen más de la cuenta», le expliqué a mi pequeña Lucía en el descanso, entre sugus azul y regaliz rojo.
El comienzo de la segunda parte fue aún peor. A los dos minutos Saúl, el centrocampista que jugaba de central, pisa mal un balón y el delantero centro catalán de los eibarreses le roba la cartera y de la deja en bandeja al que fuera canterano rojiblanco. A Borja no, que no jugó por la cláusula del miedo, a Keko que, agitando su rubia y ridícula coleta, la mete dentro sin dar ninguna opción al hombre de negro, a Oblik Oblak cada día te quiero más. 0-1 y sin opciones de remontar, visto el caos y la falta de ideas de la primera mitad.
Pero las cosas han cambiado mucho junto al río desde que hace cuatro años se instalara en nuestra banda el Cholo Simeone y la magia de sus CHOLOCAMBIOS. Lo dicho. Salen del campo Correa y Thomas y entran Vietto y Oliver Torres. Reacción espectacular. El Niño Torres del 10 se hace con el balón, comienza a repartir con criterio y se ve a un equipo más ofensivo y con posibilidad de remontar. De pronto dos córners seguidos. Uno desde cada esquina. Los dos en nuestra portería del fondo sur. Koke la coge y la coloca con mimo. Eso ya es medio gol. El primero lo remata a la red Giménez haciendo de Godín, el segundo es el desquite de Saúl tras un poderoso salto y un cabezazo seco que le dobla las manos a Riesgo. En diez minutos el partido estaba remontado. Mis hijas saltando como locas y el delirio calentando en la banda con todo el estadio coreando su nombre y soñando con verle marcar el gol 100 ante el mismo equipo frente al que había marcado el 99. Dicho y hecho. Salió El Niño Torres, Fernando, por Carrasco ovacionado tras la efectiva remontada. Creó cuatro ocasiones el de Fuenlabrada conectando con Luciano y Oliver como si todo estuviese programado, como si el espectáculo y la emoción que iban en aumento estuviesen previamente guionizados para terminar en todo lo alto. Y llegó el gol cien de Torres. La victoria cien del Cholo. Y el Vicente Calderón con los fieles devotos -entre ellos mis tres niñas- completamente a cien.
Foto: Ángel Gutiérrez – clubatléticodemadrid.com
8 febrero, 2016
Oliver hizo un partido, bueno, un rato, sobresaliente, de ver en vídeo una y otra vez. Está siendo un año muy decepcionante para él y esto puede ser un punto de inflexión. Talento le sobra.
14 febrero, 2016
grande torres, nos hizo creer que la vida pueder ser hermosa y….. justa.