Golpear en el momento justo permite muchas licencias. El boxeador puede merodear por el ring, bailar en el centro, incluso dejarse caer contra las cuerdas si tiene la eficacia de golpear en el momento exacto. Uno, dos buenos golpes son suficientes si se ejecutan en el tiempo preciso. Después, el combate ya es otro, también las crónicas, incluso la forma en la que uno se mira en el espejo al llegar al camerino.
Simeone metió muchos cambios en el once respecto al partido de San Mamés y además muchos cambios sobre los cambios, porque no hay que olvidar que ahora son cinco por partido, lo que viene a ser justo la mitad del equipo (descontando por supuesto al insustituible Oblak). En la gestión de eso va a estar el éxito o el fracaso de la temporada, como ha quedado ya de manifiesto en estos dos partidos. Por lo visto ayer, Simeone está conformando un grupo muy coral, fiel a su impertérrita idea de lo que debe ser un equipo. Entra Herrera al medio y lo hace con jerarquía, Carrasco vuelve al banco y aprovecha los minutos finales, Joao tiene parte y media para exprimir su calidad, Costa y Morata alternarán, también Trippier y Arias, incluso Saúl ya tuvo ayer unos minutos de descanso. La idea de la perfección de Simeone debe ser algo muy similar a esto, un conjunto donde todos se sientan importantes, el que juega una hora y el que juega quince minutos, sabedores de que esos tiempos se alternarán en breve, conscientes de que lo importante es la calidad y no la cantidad. Si todos tienen esa mentalización a favor del grupo, como sucedió anoche en el Sadar, el cielo se despeja azul.
El partido se abrió con un pase de tiralíneas de Héctor Herrera, lanzando a Lodi en la izquierda en una de las interminables subidas del brasileño, un centro, un remate mordido de Saúl, y un rechace que cae a los pies de Joao que revienta la pelota a la escuadra para reivindicar su importancia en este equipo. El Atleti salió dominador, a buscar el partido, los puntos, con la responsabilidad que le exige la clasificación. Jugó en campo rival, con Koke omnipresente, volcando todo por izquierda, con el menino asociándose aquí y allí. Conseguida la ventaja, relajó el mando e incluso llegó a sestear un poco antes del descanso.
En la segunda mitad, antes de que Osasuna empezase a apretar, hizo el dos a cero en una contra maravillosa en la que Costa, generoso, sirvió a placer a Joao su doblete. El dos a cero fue el golpe preciso, con él, llegaron los cambios, que potenciaron al equipo hasta llevarlo a una extraordinaria goleada. Destacó el nuevo Llorente, un jugador transformado por su ímpetu, su fortaleza física, y esa visión extraña de Simeone, que a veces hace cosas que los demás no entienden y que terminan transformando a jugadores normales en excepcionales. Llorente salió, marcó, y dio dos asistencias, al cuarto de Morata y al quinto, con una generosidad también reseñable, a Carrasco. Pero no son sólo los números, es la transformación de su juego. Se ha convertido en un jugador portentoso, que ataca el espacio con rotundidad, que llega al gol, que muestra un poderío en la medular, siempre hacia adelante, que muchos no podíamos siquiera imaginar hace tan solo unos meses. Cinco goles a cero y un equipo implicado en una causa. Nueve jornadas por delante y de postre, un torneo apasionante. Imposible perdérselo.
Foto: Getty Images
18 junio, 2020
Hacía mucho tiempo, que no veía jugar así al atlético. He visto que tiene a grandes jugadores, que a lo largo de la actual temporada, no han sido aprovechados. Es creo, el segundo partido que se gana a domicilio esta temporada. si Si se jugase así en el partido anterior, quizá, el resultado sería otro. Se marca un gol, y se busca el siguiente sin jugar hacia a tras. Espero que esto sea un cambio para bien, y podamos clasificarnos para la Champions.