La autoridad de antes

El Atleti tenía un partido durísimo en Rotterdam. El Feyenoord se había mostrado como un rival inexpugnable en su estadio, casi dos años sin caer derrotado, dos triunfos en dos partidos de Champions, la clasificación en juego para ambos, “la Bañera”, una de las calderas de Europa. No era un partido para medias tintas, ni para equipos con dudas, ni para fiar a la suerte. Era uno de esos partidos que marcan el ritmo de la temporada, que definen dónde estás y para qué estás, uno de esos en los que los rivales te están mirando de soslayo, con sorna, para ver si es para tanto eso que cuentan, uno de esos en el que los propios confían por el presente reciente y por el pasado antiguo al tiempo que desconfían por el pasado reciente y el presente antiguo. El Atleti ganó y clasificó y todavía hizo algo, si cabe más valioso, trajo de vuelta la autoridad perdida en Europa, la de antes, la de hace años en la que cuando llegaban estas noches, cuando llegaban los partidos en los que se jugaban los cuartos, los de Simeone nunca fallaban.

Todo empezó como se esperaba, con un Feyenoord presionante, tratando de encerrar al Atleti contra Oblak, apoyados en el impulso enfurecido de su público. Desde el principio parecía una noche en la que al Atleti le tocaría sufrir, olvidar su buena cara, zafarse, pero lo cierto es que no fue del todo así, porque en el minuto doce, los rojiblancos, anoche de verde, trazaron una jugada a tres toques en la que Griezmann, con un toque magistral, dejó mano a mano a Morata con el portero local. El delantero, que anda negado con el gol, marró, y parecía que no habría una ocasión más clara que esa en todo el partido. Sin embargo, acto seguido, en el lanzamiento de una pelota parada en la que Witsel apenas amagó al remate, se produjo un gol en propia puerta de Geertruida y ahí fue como si las luces del Feyenord, las de De Kuip, las de todo Rotterdam, se apagaran de repente.

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Atletico Madrid’s players celebrate Feyenoord’s Dutch defender #04 Lutsharel Geertruida’s own goal during the UEFA Champions League Group E football match between Feyenoord and Atletico Madrid at the De Kuip Stadium in Rotterdam on November 28, 2023. (Photo by JOHN THYS / AFP) (Photo by JOHN THYS/AFP via Getty Images)

El Atleti pasó a dominar el partido, en el césped y en la grada. Los de Simeone tocaban con precisión cual orquesta sinfónica, desconectando por completo al rival, en la grada, sorprendentemente enmudecida, resonaban los cánticos de los aficionados colchoneros. Morata volvió a perdonar el cero a dos en un cabezazo a bocajarro, el Atleti mandaba merced a un Griezmann imperial, a Koke dirigiendo todo, a Riquelme ocupando la banda izquierda de una manera superlativa. Llegó el descanso, y tras él, la tónica fue la misma, hasta que Hermoso, a un pase de Barrios, que había salido para sustituir a un desacertado Llorente, hizo el gol de su vida, con un remate a palo cambiado que muchos creyeron, tal vez también Biljow, que era apenas un centro y fue un golazo que parecía sentenciar el partido.

En el setenta y siete Wieffer remató a la red un gol que pudo haber complicado el partido al Atleti, que pudo haber ensombrecido el dominio, la autoridad con la que había sometido al rival, pero que quedó relegado al olvido cuando apenas cuatro minutos más tarde, el Feyenoord se volvió a lastimar en propia puerta, esta vez Giménez, tras una pelota tocada magistralmente por Molina. Con el uno tres terminó todo, tuvieron minutos Memphis, también Correa y Saúl, con poca incidencia en el juego, pero anoche eso no importaba nada. Importaban los tres puntos, la clasificación, la autoridad recuperada.

Autor: José Luis Pineda

Colchonero. Finitista. Torrista. Nanaísta. Lector. Escribidor a ratos. Vivo en rojiblanco.

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3 Comentarios

  1. Mi comentario va dirigido a una persona que es historia viva del Atleti, que aunque se diga muchas veces, sigue sin llegar a calar, sigue sin acaparar titulares, sin ser referencia. No hay altavoz que lo encumbre de forma permanente, no hay busto que lo inmortalice. Pero el que sea capaz de igualarlo, probablemente, no está todavía entre nosotros.

    Su nombre es Diego Pablo Simeone.

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  2. Te pones a recrearte en el gran momento atlético, y te enteras de la lesión de menisco de Barrios. Parece que los diablos futboleros no pueden dejarnos nunca 24 horas de felicidad completa.
    El Feyenord fue mejor aquí, seguramente por estar más descansado, y perdió. Y fue peor allí y también perdió. Esa es la autoridad del vencedor.
    Alguien, exjugador creo, pero no voy a molestarme en buscar, dice que ganamos con 3 goles de mierda. Hombre, yo hubiera preferido que anotara Morata el mano a mano, o que entraran las de Antoine o de Paul, por ejemplo, en vez de los que se metieron en propia, pero si calificas de mierda el golpeo de Hermoso es porque te mueres de envidia. Y si te metes un gol en tu portería, que sea antológico como el del Giménez mejicano, que buena parte de culpa de su golazo involuntario la tiene el golpeo insuperable de quien centró.

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    • Lo de Pablo Barrios es una malísima noticia, estaba que se salía, le había cogido la onda y daba gusto verle, con mucho margen de mejora, por supuesto. Desde aquí desearle una pronta y buena recuperación.

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