El Getafe parecía una víctima propiciatoria para confirmar el cambio de rumbo del Atleti. Llegaba el conjunto azulón al Metropolitano con cuatro derrotas seguidas y lo hizo con el espíritu de no conceder la quinta, pertrechado en torno a David Soria, con una solidaridad de los diez hombres con la misión de no conceder gol. El Atleti salió con el cuatro tres tres que tan bien le funcionó en el Bernabéu y en Pamplona, dominó el partido, llevó al Getafe a los dominios de su área, pero conforme fue pasando el tiempo se diluyó en la nada. Griezmann estuvo impreciso, Morata hizo un gol en fuera de juego, Lemar no conectaba, tampoco lo hacía De Paul y los quiebros de Correa, que los hubo, no terminaron en nada.
Como suele suceder en este tipo de partidos, conforme el reloj avanzaba, el Getafe, con su portería a cero, se acrecentaba en su idea, tanto que empezaba a desplegarse y en realidad, lo hizo casi con más peligro que el Atlético de Madrid, hubo una pelota parada que terminó con un remate de Unal que hizo contener el aliento a la grada del Metropolitano que, por cierto, estaba sumida en esa guerra civil que empieza a instaurarse de manera perpetua. Si animo porque animo, si no animo porque no animo, yo te silbo tú me silbas, y el resultado, la condición de local diluida en el retrete.
La segunda mitad comenzó bien, porque en el sesenta, justo antes de la primera hornada de cambios, Correa adelantó al equipo en el marcador. Lemar recogió el rechace de un córner en el la frontal y el rechace a su disparo lo mandó dentro Correa. Se dio una circunstancia curiosa, el linier lo anuló, Simeone hizo los cambios y el autor del tanto fue al banquillo y unos minutos después, el VAR corrigió al juez de línea para validar el gol que Angelito celebró desde el banquillo.
Era uno de esos días extraños, el equipo no tenía buen pie, el ambiente enrarecido y ya se sabe, con el marcador a favor, Simeone quiso protegerse. A los cambios de Carrasco y Llorente vino el de Saúl para quitar a Morata. El Getafe fue con todo y en una pelota parada logró un penalti por mano de Saúl, una de esas manos extrañas, que golpean al jugador de espaldas, cuando no tiene contacto visual con el balón y viene de pugnar en otra jugada, pero así es el fútbol de ahora. Penalti, gol de Unal, y diez minutos para el sufrimiento.
Entró Memphis y el Atleti lo intentó contra el reloj sin éxito, empate a uno, dos puntos menos, una sangría inédita la del Metropolitano en esta temporada, el Atleti es mejor fuera de su estadio, el ambiente en su campo le perjudica, cosas veredes amigo Sancho.
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